Por André Jouffe
Tal como el voto pro Boric fue en parte anti Kast, los que reciba José Ignacio Lula da Silva provendrán de quienes están aterrados del fascismo de Bolsonaro. Para ello cuenta además en el balotaje a fin de mes, con gran parte de los sufragios de Tebet y Gomes, que suman algo más del siete por ciento.
Es importante que Lula considere éste factor, ya que su tejado de vidrio pudo menos que el rechazo a Bolsonaro.
Este personaje, aliado de Putin y del líder húngaro Urban mantiene posiciones similares ante la igualdad de género y otras materias, así como una homofobia asumida en el caso de Rusia y Hungría.
Curiosa esta transversalidad de Putin, simultánea a su apoyo a Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Lo que debe comprender Lula, es: la mayoría que lo devolverá a Planalto, no es por su programa ni persona. De manera que tendrá que obrar con inteligencia considerando el parlamento derechista del congreso brasileño.
Tendrá a su favor cien días de gracia, concentrados por la fanática población en el desempeño del equipo nacional en Qatar. De esta manera, aunque dudamos que el arribo a la presidencia esté contagiado por los titubeos de su colega chileno, con casi tres meses para poner en marcha un plan que debe considerar entre otras prioridades, la reinserción de Brasil en el plano internacional. Nunca tan intensa como le ocurrió a la Concertación en 1990 para armar el tejido de buenas relaciones pre 11/73, pero interesantes aliados del país más grande de América, fueron despreciados por Jair Bolsonaro.
Asimismo, deberá instalar a una persona fuerte en el Ministerio de Defensa, pues sabido es que las fuerzas armadas apoyan a ultranza al líder fascista.
Finalmente, usar a la iglesia progresista para infiltrar una ciudadanía en la miseria, víctima además de la represión armada del gobierno actual, cuando tanquetas con órdenes de disparar interrumpieron en favelas cariocas y paulistas.
El tema de la corrupción, es una sombra ineludible sobre Lula. Deberá demostrar una estricta acepción de la ética, sin concesiones. La ventaja suya, es que salvo los dos candidatos minoritarios que lo apoyan, solicitarán un canje-léase ministerio-en su gabinete a cambio del favor concedido.
Sobre la base empírica, es de suponer su capacidad para emprender ya casi octogenario su tercer mandato.