Por André Jouffé
Es menester dejar en claro que tanto en la Cancillería (ab. MINREL) como en las Embajadas, es el Subsecretario y el Ministro Consejero respectivamente quien maneja la institución.
Los Ministros y los Embajadores no suelen ser de carrera, salvo en esta oportunidad Alberto van Klaveren y los titulares en Canadá y Francia. Sin embargo el abogado ha volcado su trayectoria primordialmente a asuntos jurídicos y el más publicitado, su rol ante la Corte de La Haya.
De manera que habría que deslindarlo de toda responsabilidad en este espantoso salpicón que mancha a la cancillería con un desembolso de 400 mil dólares.
En tiempos y términos de austeridad, el trueque de Embajador de Francia y Canadá y viceversa parece como un absurdo.
Ocurre a un mes del viaje presidencial a Europa, en el peak del veraneo de modo que los interlocutores de quienes conforman la delegación, salvo el Jefe de Estado, serán sólo subrogantes. Habría que preguntarse quién programó la gira en una fecha inadecuada. No hay registro de una visita a Chile a mediados de febrero.
Ambos Embajadores del trueque son de carrera, el de Francia con dos secretarias locales en huelga por acoso laboral. Raúl Fernández es de vasta trayectoria, José Miguel Capdevila lo mismo, pero actualmente pesa un sumario en su contra.
Una visita de Estado considera un despliegue previo de gran intensidad.
Para el arribo de la avanzada presidencial, el cronograma (desde el orden de la caravana de vehículos para cada actividad hasta los menú) debe estar sincronizado minuto a minuto y en las sedes diplomáticas comprometidas sufren de capitán a paje.
Nadie puede imaginar un cambio de titular a un mes de la llegada del Mandatario.
En materia de gasto, los 400 mil dólares padecen una exageración, si consideramos los montos fijos existentes para traslado, instalación, pasajes y gastos reservados ( 4 mil dólares mensuales. Resulta inexplicable que una operación de 50 mil dólares para un Embajador y 30 mil para un funcionario, escale a 180 y 200 mil por muy sorpresiva que sea la maniobra.
Si bien los franceses no objetaron a Fernández y dieron su agreement en tiempo records – habitualmente tarda meses-, en Ottawa el gobierno canadiense aunno ha expresado abiertamente su disgusto. Es probable que las relacione bilaterales Trudeau-Boric influyan en bajar perfil a esta inusitada maniobra.
El Ministerio de Relaciones Exteriores con su flamante ministro sufre su primer embate y sería lo más lógico, por respeto a van Klaveren, no envolverlo en este fardo de torpeza, despilfarro y absurdo.