Trucos rústicos para engañar a la ciudadanía

Por André Jouffé

-Acompañados de racismo a la chilena.

Ocurre que la estratega política Pilar Jericó, denuncia a Noam Chomsky de apoderarse de “Armas silenciosas para guerras tranquilas”. 

Pilar, una de las Mujeres Top de España, con estudios en Harvard, la UCLA y curiosamente liderazgo en West Point, es de derecha, no cabe la menor duda, pero no titubea antes de pegar entregar algunos no tan misteriosos y sus entretelones.

Estas estrategias consisten en diez puntos cuyo autor sería en realidad Sylvain Timsit (comprobado) y que reúnen conceptos archisabidos; pero con un fin: de impregnar una campaña de un halo de misterio. La fuente sería nada menos que un documento reservado que se encontraba en una fotocopiadora IBM en el Departamento de Estado norteamericano. ¿Así de simple?

Si analizamos estos puntos, podemos coincidir con varios utilizados en la campaña el rechazo.

El primero, ya data desde hace 21 siglos de los tiempos de los romanos, es el de la distracción.

El pueblo, pan y circo  en este plebiscito fue reemplazado por pandemia, peligro del comunismo y fomento de la violencia para distraernos de lo más importante del día.

Lo otro es crear un problema como la salud, delincuencia pero sin afán de darles una verdadera solución. En consecuencia hay un puente entre los dos primeros puntos.

El tercero aludo a la gradualidad: si se impone un cambio que puede disgustar a la gran masa,  mejor hacerlo paso a paso, para evitar el factor de rabia: si la pones en agua fría, dichosa, en líquido hirviendo muere.

El cuarto es diferir: el cambio va a ser doloroso pero es necesario, entonces preparas a la gente para un cambio con menos secuelas. Es como la dieta: la comienzo mañana. Así la gente asume que el futuro no será tan difícil.

La quinta apunta a los mensajes básicos, es decir dirigirse a la población, a la masa como si fueran niños y los políticos en campaña el electoral en el mundo entero ponen más énfasis en las en el punto seis que es: emocionar y razonar menos: nada de invitar a la reflexión. Si la gente piensa mucho, es peligroso para los fines que persigue. 

El mantener al pueblo estancando en una educación deficiente, es el factor siete. Es fundamental esta maniobra maquiavélica para mantener a la gente controlada porque así no habrá no habrá espíritu critico

Ocho: la mediocridad. Qué este bien visto, ocho mediocridad, que este bien visto lo vulgar, la ausencia de cultura, la simpleza a ultranza y aunque los valores propuestos son cuestionables, tienen una base interesante, 

El postulante asume, punto nueve, la auto culpabilidad: soy  culpable también de todo lo malo que ocurre;  de manera que ni culpo al sistema y por lo tanto no me rebelo contra él  y sin embrago se ciñen a estrategias para que eso ocurra

Finalmente, es que el sistema nos conoce mejor que nosotros mismos, está relacionado con la inteligencia artificial, la neurociencia con el argumento que los servicios de inteligencia en esa materia nos tiene fichados y por los mismos sistemas creados en la red, nos conoce al revés y al derecho.

De esta manera atrae la atención crítica que  impulsan en las redes sociales y logran lo elemental: crear noticias que provocan indignación y miedo a la vez. 

Distracción, problema, emoción y no reflexión; mediocridad, educación deficiente u orientación a como se habla a niños; auto culpabilidad, pensamiento maquiavélico y uso de la campaña del terror o provocar indignación mostrando asaltos como tres cuartas partes del espacio de las noticias, fueron las armas recurrentes del rechazo y que seguramente los copiaron a la doctora Jericó, tal como acusan a Chomsky de plagiar a Timsit.

En cuanto a la campaña del  apruebo, se usaron varios de estos elementos también.

Finalmente, por redes sociales se apeló a lo más bajo característico de nuestro pueblo: el racismo. Por el plebiscito y la pandemia se usó Venezuela. La foto mostraba dos lecturas, una aludiendo a las generosas asentaderas de sus mujeres, señalando a) que si ganaba el apruebo íbamos (las mujeres) a terminar venezolanizándonos y no íbamos a caber por las puertas por nuestra anchura de caderas.

Digno de lo más bajo de parte de nuestra idiosincrasia, que corre por otros derroteros con peruanas y otros hermanos continentales.

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