Por Hugo Farías Moya
Una noticia impactante llegó a los medios de comunicación y nos muestra la triste realidad de nuestro país, paraíso del modelo neoliberal. Tres niños, que deberían estar en su casa, gozando del amor, confort y amor de su hogar, decidieron escaparse del lado de su tía tras conocer que iban a ser enviados a manos de esa siniestra institución: “Mejor niñez”, que antes era el tristemente célebre SENAME.
Estos menores vivían con su tía en forma momentánea, pero cuando los niños se enteraron que los iban a sacar de ese hogar familiar para llevarlos a una institución privada, decidieron escapar y deambular por seis largos días en las calles viviendo de la caridad pública.
Posiblemente la carga emocional para esos niños fue terrible. La hermana mayor quizás conocía el largo historial de horrores que los niños padecían en esas instituciones, que supuestamente debían velar por el bienestar físico y mental de los niños.
Si esto hubiera sucedido en un país como Cuba, Nicaragua o Venezuela tendríamos a todos los medios de comunicación tanto escritos, como digitales colocando el grito en el cielo, condenando lo que, para la derecha de Chile e internacional, sería un crimen atroz. Pero no ocurrió así. Sucedió en un país que se digna y vanagloria de ser el más desarrollado de nuestra América Latina.
Me imagino a estos niños durmiendo a la intemperie, en estos fríos días de invierno. Me los imagino caminando por largas horas, pidiendo comida y abrigo. No teniendo un lugar para asearse ni menos evacuar sus residuos orgánicos. Eran tres niños de 5, 8 y 13 años. Es decir, en el periodo donde los infantes deben disfrutar de los juegos, del cariño de sus familiares, al abrigo de un hogar cálido y seguro. Donde los niños se forman en sus aptitudes que complementan con la educación y la instrucción, para hacer de ellos personas útiles a la sociedad.
Estos niños son fruto de la desprotección en que se encuentran los sectores más pobres y vulnerables de Chile. Donde la droga, el alcohol, el hacinamiento y la miseria inundan nuestras poblaciones. Ahí en esa podredumbre no llega el estado o mejor dicho se desentiende. Un personero del gobierno de Sebastián Piñera dijo alguna vez una frase para el bronce: No sabía el grado de pobreza y hacinamiento que existía en mi país. Sin embargo, como ministro estaba a cargo de la salud de toda la población de Chile. En síntesis, una total desconexión de la realidad.
Entonces para la derecha todo se circunscribe a los negocios a costa de las necesidades básicas de las personas, como la vivienda, salud y educación. Por supuesto que para la derecha estos niños son un bien de consumo, donde se puede obtener algún lucro. Sin embargo, estos tres niños tienen derechos que supuestamente son garantizados por el Estado, que por supuesto no ha logrado cumplir.
Esta institución SENAME, después de recibir enormes críticas por su historial abyecto. De hecho, desde el año 2005 hasta el año 2016, murieron 878 niños, niñas y adolescentes. Todas estas muertes documentadas por el ministerio público y la fiscalía. Sin embargo, cerca de 400 decesos han sido investigados. Dejando en la impunidad cerca del 60% de estos crímenes.
Estas víctimas estaban a cargo de instituciones privadas que recibían subvención estatal, tal como los colegios privados. Un modelo de negocios heredado de la dictadura militar. Estas instituciones de cuidado son manejadas por comerciantes inescrupulosos que buscar la rentabilidad de sus inversiones. Estos niños, niñas y adolescentes eran mal alimentados, mal cuidados. Con personas a cargo que no tenían las competencias para cuidar niños que vienen de hogares dañados. Se conocen muchos casos de violaciones, de torturas y de explotación sexual infantil.
El caso más emblemático y que despertó definitivamente la indignación de la sociedad fue conocer el caso de la niña Lisette Villa, de 11 años a cargo del hogar Galvarino, quien fue torturada y asfixiada hasta su muerte en las manos de sus “cuidadores”.
Por suerte la historia de estos tres niños extraviados, que decidieron huir y caminar durante seis días, los encontraron sanos y salvos en la vía pública. Decidieron hacer ese periplo para no ser detectados por familiares.
Por suerte esta triste historia tiene un final feliz. POR AHORA.