Por Luis Casado
Ayer, un tovarich de los gloriosos tiempos de la UP me envió una nota que anuncia la destrucción de un depósito de armas en Ukrania, en el que habían puesto la munición británica que contiene uranio empobrecido. Gracias a su graciosa majestad de mis dos tendremos en Europa otra zona pringada por los siglos de los siglos.
Europa ya había tenido el privilegio de recibir impactos de esta basura: la ex-Yugoslavia, en los años 1990, inauguró el desastre gracias a EEUU, que también utilizó el misil en las dos guerras del Golfo (1991 y 2003). Además, el Pentágono reconoció haber usado obuses de uranio empobrecido en dos operaciones contra el grupo Estado Islámico en Siria, en el año 2015.
John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, tranquilizó a la prensa en una conferencia del 22 de marzo 2023: “Es un tipo de municiones común, utilizado ( ) por su capacidad de perforación de blindaje”.
Según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUE), el uranio empobrecido es un “metal pesado, química y radiológicamente contaminante”. Al golpear su objetivo, los proyectiles perforantes esparcen polvo y fragmentos de uranio. Para la salud, “el principal riesgo que plantea el uranio empobrecido no es la radioactividad, sino el carácter tóxico químico”. La inhalación de grandes cantidades puede afectar el funcionamiento de los riñones. Es como para dormir tranquilo.
La comisión canadiense de seguridad nuclear es más tranquilizadora: Si una persona inhala grandes cantidades de partículas durante un largo periodo, “la principal preocupación para la salud será el aumento del riesgo del cáncer de pulmón”. La nada misma. ¿En serio? Las municiones de uranio empobrecido son una de las causas de los problemas de salud de los excombatientes de la guerra del Golfo, o del número elevado de cánceres o malformaciones congenitales en la ciudad iraquí de Faluya. Pero, esta es píldora que venden, “su papel no fue científicamente comprobado”.
La basura nuclear viene de lejos. En Palomares, España, ocurrió un accidente nuclear el 17 de enero de 1966. En plena Guerra Fría, dos aeronaves de la Fuerza Aérea de EEUU, un avión cisterna KC-135 y un bombardero estratégico B-52, colisionaron en vuelo en una maniobra de reabastecimiento de combustible, provocando el desprendimiento y la caída de cuatro bombas termonucleares que transportaba el B-52, así como la muerte de siete del total de los once tripulantes de ambas aeronaves. Si vas a las playas de Palomares… broncearás. Pero no precisamente con los rayos del sol.
Puede que el desastre de Khmelnitsky, con el que abro esta parida, tenga algo que ver, lo cierto es que un patriota llamado Timothy Garton Ash -que, confieso, quise escribir Ass…-, dominado por una irrepresible pasión del ridículo, hace un ardiente llamado: “Tenemos que arriesgar más en Ukrania”.
O dicho de otro modo: Vamos arando, dijo la mosca, arriba de los cachos del buey…
Para sostener su ardiente llamado agrega: “Tenemos que tener una pizca de la fortaleza que están demostrando esos miles de jóvenes ucranios”.
Timothy a ciencia cierta ignora que “pizca”, así como se pronuncia, en ruso quiere decir literalmente la concha de su madre… (con el perdón…).
Consciente de que la celebridad de Timothy aún no es universal, te explico: Timothy Garton Ash, nacido el 12 de julio de 1955 en Londres, es un historiador, periodista y ensayista británico, y profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford. Gran parte de su trabajo toca la historia contemporánea de Europa Central y de Europa del Este.
Colijo que este patriota -experto de la historia de Europa Central y del Este- no sabe quienes fueron Winston Churchill, ni Charles de Gaulle, y aún menos Иосиф Виссарионович Джугашвили, más conocido por su nombre de militante revolucionario: Stalin.
Los tres reunidos, derrotaron al nazismo. Sobre todo Stalin. Y se la jugaron, personalmente. No solo con arengas de pseudo intelectual al pedo. Ese trío tenía, como suele decirse, cada uno un par de cojones más grande que mis ganas.
Personalmente, si Timothy Garton Ash desea concurrir personalmente a combatir del lado de los mercenarios… le pago el billete de avión y los calamorros. Eso, sabiendo que la “ayuda” militar occidental (EEUU y la UE) al payaso Zelinsky supera ya los 150 mil millones de dólares, e incluye basura nuclear que emporcará la vida de hasta los tataranietos de este pijotero hijo de… la Gran Bretaña.