Por André Jouffe
Aunque esta columna no se plantea para historias personales, lo de Ucrania me afecta.
Hace cinco años el doctor-cardiólogo argentino radicado en España, Alberto Juffe Stein, me remitió un viejo collage de fotos de Tarnopol, en lo que se llamaba la Galizia polaca. Dos rabinos sobre un burro con sus atuendos, niños jugando en charcos de barro; las casas de una especie de abobe y no es posible aquilatar como subían las temperatura al interior en los largos y crudos meses de invierno
Constituían, en general comunidades judías, muy pobres que vivían de una agricultura idónea y un comercio ambulante (carros empujados por el vendedor y los más privilegiados, tirados por un asno).
La caravana partía los domingos- no feriados en los judíos-para retornar el viernes para la ceremonia del shabath. Raúl Ruiz ironizó en sus cuadernos cuando menciona que le conté la cantidad de mortalidad masculina la noche de los fines de semana en esos lugares. Él no explica- o no comprendió mi relato- que se debía que los comerciantes llegan a sus hogares famélicos, muertos de hambre y la cena del shabath era contundente. En consecuencia, después de cumplir sus deberes conyugales-a través del agujero en la sabana como correspondía a los ortodoxos-, sufrían crisis cardiacas. Es como en el film de Chen Kaige, Adiós mi concubina (con Gong Li), cuando en emergencia ante un parto, llaman a un doctor prisionero y castigado con hambruna. Para que reaccione lo atiborran de pan y su cuerpo no resiste la invasión y fallece antes de llegar al improvisado quirófano.
Polonia-Ucrania; pobreza avasalladora con invasiones germanas, rusas, nuevamente los alemanes y finalmente la URSS que anexó a toda la región.
Hoy no existen charcos ni casas de adobe en Tarnopol. Es una ciudad de Ucrania y centro administrativo de la óblast de Ternopil, ubicada en las orillas del río Seret. Ternopil es una de las principales ciudades de Ucrania occidental y las regiones históricas de Galitzia y Polodia, tienen una población de 225.166 habitantes.
Y si no hubiese sido suficiente con las invasiones anteriores, se agenda una nueva con incertidumbre salvo la de volver a la dependencia imperialista de antaño.
Reflexiono sobre el tema, porque Marc Chagall retrató en surrealismo toda esta situación de los años veinte y creo que su pincel sería incapaz de recrear lo que ocurre hoy.
Mi padre nació en 1900 en este villorrio convertido en ciudad, y falleció en Chile luego de disfrutar de 17 años de dictadura y seis de nazis. ¡Cómo mucho!
Culmino: mi psiquiatra de 85 años, judío no creyente, me llama un día para decirme que estaba asustado antes de las primarias. Le dije que se cuidara del coronavirus. El me responde: “No, es por Daniel Jadue. Ya estoy viejo para huir”.
O sea el nazismo asusta más a la comunidad, había escuchado opiniones similares, que el marxismo. Incomprensible incluso para Freud.