Por Luis Casado
A veces mi hija me pregunta: “Papá… ¿repito mucho las cosas?” Ella es consciente que es una de las características del autismo que la aflige. “No, -le respondo-, no más que yo mismo”. Mi hija sabe que repetir y repetir es a menudo la única forma de que la escuchen. Servidor hace lo mismo.
Yo me repito hablando de Economía… En mi defensa alego que no es mi culpa: hay tanto boludo cantando los salmos del dogma que se hace inevitable volver a temas agotados hace muchas lunas.
La inflación es un tema recurrente, así como la pérdida del poder adquisitivo de los currantes que, ahogados por la subida general de precios exigen la restauración de los salarios. Un economista digno de ese nombre se alza entonces para rechazar cualquier subida de salarios alegando que eso reforzaría el proceso inflacionista.
Olivier Blanchard, por ejemplo, hasta no hace mucho economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Interrogado por el vespertino parisino Le Monde, Olivier responde:
“…los asalariados reclaman aumentos para limitar su pérdida de ingresos. Pero los aumentos de salarios representan una nueva alza de costos para las empresas, que la repercuten parcialmente en sus precios, lo que genera nuevas tensiones en los salarios, etc. Es lo que se llama ‘la espiral precios-salarios’…”
También llamado efecto de segunda vuelta: dado un fenómeno inflacionario, si se aumentan los salarios la inflación crece más aún, razón por la cual si los precios se van a las nubes lo peor que se puede hacer es subirle los salarios al personal.
Otro experto que sostiene la misma cantinela es Emmanuel Macron, presidente de Francia venido directamente del Banco Rothschild, llamado popularmente “presidente de los ricos” porque nada más llegado al Palacio del Eliseo eliminó el impuesto a las grandes fortunas. Su argumento fue imparable: “Ese impuesto no rinde mucho, es casi una limosna”. Dicho lo cual dispensó a los hiper millonarios de tan insignificante limosna.
Macron le explicó a los pringaos su punto de vista:
“Si se pone toda la cadena de salarios en una indexación automática, se alimenta la alza de precios y se obtiene una espiral precios-salarios que no se detiene”.
¿En serio?
El desmentido no viene de un menda como yo, sospechoso de simpatías proletarias: viene del mismísimo ¡Fondo Monetario Internacional! Como se lee, mira ver. Esto fue publicado en el Blog del FMI, y forma parte de un estudio publicado por la misma institución:
“La espiral precios-salarios aparece contenida a pesar de la alta inflación
Los analistas sugieren que una permanente alza de salarios y precios no es probable
John Bluedorn – Octubre 5, 2022
La inflación en algunas economías está creciendo al más alto ritmo en cuatro décadas, mientras tensos mercados del trabajo han estimulado los incrementos salariales. Eso ha generado una preocupación de que tales condiciones pudiesen reforzar y conducir a una espiral ‘precios-salarios’, una prolongada bucle en la que la inflación lleva al crecimiento de los salarios, alimentando una aún mayor inflación.
Un examen de la reciente dinámica y de las perspectivas de tal espiral ‘precios-salarios’ son los temas de un capítulo analítico de nuestro último Panorama Económico Mundial, que encuentra que, en promedio, el riesgo de esa espiral es limitado hasta ahora.”
¡Lo dice el FMI! que agrega:
“Tres factores influyen juntos para limitar los riesgos: los factores subyacentes de la inflación vienen desde afuera del mercado del trabajo, la caída de los salarios reales (calculados tomando en cuenta la inflación) ayudan a reducir la presión en los precios y, los Bancos Centrales están ajustando agresivamente sus políticas monetarias.”
Tu ya sabes, el idioma de los economistas suele estar reservado a los iniciados. No por nada Alan Greenspan -presidente de la Reserva Federal de los EEUU durante 18 años- se hizo famoso cuando al finalizar una comparecencia ante los periodistas declaró: “Si me han entendido es que debo haberme expresado mal”.
Lo que el FMI dice es muy sencillo: la inflación no tiene nada que ver con los salarios reales que siguen bajando precisamente gracias a la inflación. Además, los Bancos Centrales reducen la actividad económica y aumentan el desempleo subiendo las tasas de interés, lo que tiende a moderar lo salarios ¿Te queda claro?
El fenómeno inflacionario no fue gatillado por los salarios que -tomando en cuenta el poder adquisitivo real y los aumentos de productividad- han bajado en los últimos 40 años.
Los economistas saben que la emisión monetaria irresponsable de billones de dólares y euros para salvar a los especuladores financieros cuando la crisis de los subprimes (2007 en adelante…) tiene mucho que ver con la inflación, para no hablar de la crisis generada por los EEUU con relación a la energía.
La Unión Europea y particularmente la industria alemana se desarrollaron durante todo este tiempo encaramadas en dos pilares: la energía barata proveniente de Rusia, y suministros baratos provenientes de China. Además, esos dos inmensos mercados para los productos europeos aportaban, y aportan, un flujo de demanda inagotable.
Los EEUU sintieron la amenaza de esas dos economías muy cerca de sus nalgas, lo que les llevó a reactivar la OTAN, de la cual Emmanuel Macron, presidente de Francia, había declarado en noviembre del 2019: “Lo que estamos viviendo, es la muerte cerebral de la OTAN” (sic).
Lo que los EEUU hicieron fue recordarle a la Unión Europea que todos y cada uno de sus países forman parte de su Protectorado. Que sin el poder militar estadounidense la Unión Europea no cuenta para nada. La UE es un gigante con pies de barro: Alemania no invirtió en su ejército durante décadas no solo por razones económicas: a nadie le interesaba la reconstrucción militar de los responsables de la II Guerra Mundial y del nazismo. Francia por su parte, con Nicolas Sarkozy abandonó definitivamente sus resabios de Gaullismo, es decir de independencia.
Sin faltarle el respeto a nadie, los otros 25 países, -Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, España, Estonia, Finlandia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países-Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y Suecia-, van de arroz: para acompañar.
No obstante, Charles de Gaulle había sido muy claro, como cuenta Alain Peyrefitte, ex ministro y miembro de la Academia Francesa, en su monumental C’était de Gaulle, una biografía en tres volúmenes de más de 600 páginas cada uno. Después de criticar a los políticos europeos de la época, Charles de Gaulle le dijo a Peyrefitte el 27 de enero de 1960:
“Yo quiero Europa para que sea europea, es decir que no sea estadounidense”. (Alain Peyrefitte. C’était de Gaulle. Primer volumen. Página 61. Ed. Fayard, 1994).
La Unión Europea ni siquiera tiene política exterior autónoma: sigue dócilmente las instrucciones, perdón, las sugerencias de Washington. Cuando el 5 de septiembre de 2014, bajo los auspicios de la OSCE (Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa), Ucrania, Rusia y las Repúblicas de Donest y Lugansk firmaron los Acuerdos de Minsk que obligaban a Ucrania a respetar sus regiones ruso-parlantes, ningún país europeo movió un dedo ante las continuas agresiones, crímenes, bombardeos y el terrorismo desatado en las regiones ruso-parlantes durante ocho años.
Mientras tanto, los EEUU lograron tomar el control del ejército de Ucrania, con la anuencia y el concurso de sus sectores pro-nazis.
Entonces los EEUU le recordaron a toda la Unión Europea que su Protector es el que manda. Que ya no se puede comprar energía barata en Rusia. Que China es un enemigo. Que hay que aplicarle sanciones financieras y económicas a ambos países, hasta hacerles arrodillarse.
La crisis económica que se generó entonces (de 2021 en adelante) es la otra razón que alimentó el proceso inflacionario en la Unión Europea y el mundo.
Para los incautos y los ingenuos, la prensa, la TV, la radio y los medios digitales mienten hasta la náusea cuando afirman: “los rusos malos invadieron Ucrania porque son malos”. Nadie recuerda los ocho años de guerra ininterrumpida que los nazis ucranianos desataron en Donest y Lugansk, sin que ni los EEUU, ni la OSCE dijeran una palabra. Olvidaron que es una obligación para cualquier país socorrer a los pueblos agredidos y masacrados, salvo, desde luego, cuando los agresores y masacradores son los EEUU y/o sus aliados.
Para resumir, el proceso inflacionario no le debe nada a los salarios que, según el propio FMI, no han hecho sino bajar durante 40 años.
La inflación le debe todo a la emisión monetaria irresponsable por parte de los EEUU y de la Unión Europea para salvar a los bancos especuladores de la crisis de los créditos subprimes que estalló en la segunda mitad del año 2007, por una parte, y a la crisis energética provocada por los EEUU para debilitar a Rusia con el pretexto de la intervención rusa en Ucrania contra los discípulos nazis del Imperio.
Como suele suceder, la política precede a la economía, pero los “expertos”, los Olivier Blanchard, los Emmanuel Macron y un ejército de economistas de pacotilla siguen vendiendo la pomada de “la espiral precios-salarios” que ahora el propio FMI da por desaparecida en combate.
Si lo digo y lo repito, es porque es el método. Como no soy admirador de Alan Greenspan, diré que si me entendiste… es que debo haberme expresado bien…