Prisioneros de su propio cerebro

Por André Jouffé

Hace un par de años, el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo González Torres, sufrió una trombosis.

Según sus palabras, la sensación de impotencia indescriptible fue cuando al recuperar la razón,  fue apreciar la incapacidad del cuerpo de acatar las órdenes emanadas desde su cerebro. “La sensación de encierro fue espantosa; por eso cada paso en  la recuperación física proporciona a sus víctimas grandes dosis de alegría”, recuerda ahora cuando las secuelas de la crisis fueron mínimas.

Con motivo de otras primarias a fines de mes, observamos a personas cuyo accionar pareciera similar a los que han sufrido una trombosis.

Porque la única orden acatada es la de seguir en la carrera presidencial. Pero ninguno ha planteado un programa claro, preciso y comprensible; solo salpicones como de viruela en un cuerpo accesible. Tejiendo y desenredando alianzas.

El tema no es menor. Daniel Jadue fue dentro de todos el que tenía mejor marcada su línea de acción porque la programática de su partido más algunos atisbos populistas. Inevitablemente esto le dio bajo el amparo del PC un sufragio desconocido a la colectividad.

Dudo mucho en que marzo asuma un buen Jefe de Estado. ¿Será porque cada país tiene el gobierno que se merece?

En desacuerdo, éste ha sufrido mucho como para continuar en la senda del desvío, la corrupción y los intereses.

Ya el sólo hecho que dos mujeres propietarias del más poderosas del sistema de galerías de Vitacura hayan obtenido millonarios fondos del Ministerio de Cultura, indica que los resquicios legales están más vigentes que nunca.

Los talibanes en Afganistán tienen para dolor del mundo especialmente femenino, un esquema del cual difícilmente se van a apartar. El único consuelo es que el nuevo gobierno asiático o incurra en afanes expansionistas. Pero los talibanes cuentan con un programa, espantoso, pero estable.

Desgraciadamente intelectuales tan depreciados como Sorel y Pareti  dejaron de ser repentinamente un grupo social marginal y surgieron como una nueva elite cuyo trabajo tras haber modificado unas pocas décadas las condiciones de la vida humana hasta hacerlas casi irreconocibles, ha seguido siendo esencial para el funcionamiento de la sociedad.

El enorme crecimiento de la productividad en el mundo moderno no fue absoluto debido a un aumento de la productividad de los trabajadores, sino exclusivamente al desarrollo de la tecnología y esto no dependió de la clase trabajadora ni de la burguesía sino de los científicos. Pero existe una doble lectura,  los trabajadores, especialmente en Europa, habían alcanzado un nivel satisfactorio en sus condiciones de trabajo y de vida al punto que se negaron tozudamente a seguir siendo proletarios y a desempeñar, eventualmente, un papel revolucionario.

En consecuencia con la importación de la mano de obra barata (a veces de sus propias colonias), el aburguesamiento del proletariado trae consigo un doble estándar: al estallar les primeras crisis, las medidas inmediatas apunta a expulsar a esa gente que les permitía más ocio.

Esto llevado al caso chileno, observamos en la última década que la inmigración haitiana, venezolana y peruana, especialmente, trajo consigo un fenómeno semejante al IFE: mucha gente piensa usar el dinero para vivir y no para ahorrar; dejaron de asistir a sus lugares de trabajo habituales. Cuando este pequeño capital se haya esfumado, volverán a la carga con la represión a los inmigrantes que les aliviaron el peso, especialmente en pandemia.

Los lenguajes violentos son semejantes en todo el mundo. A la postre consiguen a lo Oscar Wilde, matar con un beso o con una espada.

No olvidemos que los partidarios de Dreryfus en Francia, usaban los mismos términos que sus oponentes, métodos villanos. Es el nacimiento del Establishment reemplazante del Sistema, gran catapultado de la violencia indirecta.

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