Por André Jouffé
La tradicional fiesta anual que se celebra este mes en Alemania, especialmente en Baviera, nos trae a la memoria dos hechos. Uno, tragicómico, alude al futbolista Arturo Vidal, celebridad goleadora y de farras. El entrenador del Bayern anunció hace algunos años: “Arturo podrá participar en el Oktoberfest”. Con eso dejaba en evidencia los apetitos del crack, quien acaba de volver al primer plano cuando realiza el salto mortal en bicicleta en Italia. Pedaleando fuerte, pasa encima de un Volkswagen y aterriza ileso al otro lado. Fabuloso e irresponsable.
Mientras la cerveza corre torrencialmente en las Bierstuben y carpas instaladas, con un acompañamiento música de órganos (música de organillero) móviles enormes y baños con agarraderas para que los varones puedan sostenerse durante el desagüe, Chile celebra el segundo aniversario de su fiesta de octubre que si bien no logró cambios radicales, sí provocó un remezón en la conciencia nacional.
Un mes importante que puso incluso en duda la continuidad del Presidente Piñera. Un acontecimiento que logró conseguir el estudio de una nueva Constitución y soluciones económicas parche para aliviar la crítica situación ciudadana.
La pandemia con sus aforos restringidos, toques de queda y meses completos de encierro pueden decir que fue el regalo chino que salvó al Jefe de Estado.
La Asamblea Constituyente es parte del movimiento social y un hecho histórico que pasó inadvertido: desde el tiempo de la Unidad Popular, no se había visto una convocatoria tan masiva cuando chilenos de todos los estratos sociales e ideas políticas, se reunieron en la Plaza Baquedano. Incluso antes del plebiscito del sí y el no, apenas fuimos autorizados a un meeting en el estadio Nacional; nada de expresión callejera. Cuando triunfa Aylwin, las nuevas autoridades suplicaron que el pueblo no manifestara su alegría fuera de casa. El temor al sable estaba vigente.
Por eso, este mes de reflexión, que no sea de involución pensando en noviembre. Y que la verdad fluya a través de medios como éste, para no caer en la tentación de la influencia de los abusadores de las redes sociales.