No estoy seguro de querer conocer el mundo de después…

Por Luis Casado

A fuerza de ver lo peor terminamos soportando todo…


A fuerza de soportarlo todo terminamos tolerando todo…


A fuerza de tolerarlo todo terminamos aceptando todo…


A fuerza de aceptarlo todo terminamos… ¡aprobando todo!

San Agustín

 

El título no es mío, sino el de una encuesta realizada entre empresarios, ingenieros y estudiantes galos. Tales personas cuentan normalmente entre las más dinámicas, emprendedoras, optimistas y dicharacheras de este bello país, de lo que podría inferirse que, o bien acaban de ver la peli Nomadland en la que la excelsa Frances McDormand muestra convincentemente de qué está hecho el American nightmare, o bien están al loro de lo que viene cosa mala.
Justamente, las noticias no son muy alentadoras. Para los pringaos se entiende. Es cosa de leer la prensa financiera. Tal parece que una decena de privilegiados vio aumentar sus fortunas en unos 700 mil millones de dólares durante los meses de la pandemia. Entretanto, el FMI, que bien baila, advierte de los males que contribuye a provocar el mismo FMI: la miseria y la pobreza aumentan que es un primor, y la deuda mundial (entiéndase tu deuda, pobre indigente que sobrevives con el 10%…) se acerca al 100% del PIB planetario.
El FMI, lo pone así: “La crisis sanitaria y el impacto económico masivo hicieron explotar los déficits públicos en todos los países.”
Mientras tanto para la banca y algunos sectores industriales es papita p’al loro. El laboratorio francés Sanofi, por ejemplo, vio aumentar sus beneficios en más del 340% y se apresta a distribuir dividendos record, a pesar, o gracias al bendito virus. Sanofi ha cerrado 5 de sus 9 laboratorios en Francia, y se apresta a cerrar otro. Desde luego aun no produce ni una pinche vacuna contra el Covid-19, lo que no es óbice u obstáculo para recibir miles de millones de dólares y de euros de financiación pública. ¿No es linda la pandemia?
El término Cash on hand (billete en caja) se define como los depósitos que pueden ser retirados en cualquier momento. A fines de diciembre 2020 los depósitos que JPMorgan Chase tenía en caja superaban los US$ 1,3 billones. Un incremento superior a un 30,04% anual.
Bendito virus: ¡JPMorgan Chase tiene tanta liquidez que rechaza clientes!
Si las escuelas de Economía no se privan de enseñar la noción de ‘distribución secundaria del ingreso’, noción que designa el miserable chorreo que le llega a los pringaos vía el ‘gasto público’, suelen ser más escuetas cuando se trata de la redistribución secundaria del lucro.
Me explico: cada empresa, grande o pequeña, cada artesano, cada profesional que ejerce liberalmente, etc., realiza anualmente un beneficio. Casi inmediatamente, –si no tuvo lugar ya con anterioridad–, se produce una redistribución forzada de esa masa de lucro en favor de los grandes tiburones.
Una proporción significativa de la masa global de beneficios se concentra pues principalmente en manos de la ‘comunidad financiera’, en detrimento de los empresarios, de las pequeñas empresas, e incluso de las grandes. El fenómeno no es nuevo, y es consustancial al capitalismo.
El sector financiero no cesa de aumentar la parte que obtiene de la masa global de beneficios industriales y comerciales, parte que no guarda ninguna relación con los servicios que la “comunidad financiera” le presta a la economía (servicios que han ido desapareciendo casi totalmente al punto que la “comunidad financiera” pasó a ser un parásito).
En marzo de 2011 Kathleen Madigan escribía en su blog del Wall Street Journal: “Después de alzarse como el ave Fénix, la industria financiera obtiene alrededor de 30% de la masa global de beneficios industriales. Esta es una cifra sorprendente, habida cuenta que el sector cuenta por menos del 10% del valor agregado en la economía”.
Si Kathleen Madigan habló de “ave Fénix” es porque el sector financiero sufrió una caída estrepitosa con las crisis que se sucedieron de manera ininterrumpida de 2001 a 2008. Si en diciembre de 1947 el sector financiero obtenía el 8% del total de beneficios corporativos, en diciembre de 2001 había alcanzado una parte inimaginablemente alta: un 45,80% (James Bianco. The Big Picture. Macro Perspective on the Capital Markets, Economy, Technology & Digital Media. March 29, 2011).
La crisis agravada por la pandemia está acelerando la concentración de los beneficios en manos de un puñado de grandes bancos e inversionistas planetarios. ¿Comprendes ahora porqué los empresarios, ingenieros y estudiantes galos no están muy entusiasmados con conocer el mundo de después?
Los pringaos generan lucro para los empresarios… y los empresarios generan lucro para la “comunidad financiera”.
Lo que trajo a mis mientes el recuerdo de un chiste muy conocido: en medio de esta interminable partouze los dinámicos empresarios están pidiendo que enciendan la luz, porque hasta ahora les siguen dando por la retaguardia…

 

 

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