Por Manuel Cabieses Donoso
Con Héctor Llaitul Carrillanca somos hermanos ideólogicos. La rebeldía contra la injusticia nos hermana. No toleramos la desigualdad ni los abusos de la oligarquía y su casta político- militar.
Héctor Llaitul, fundador en 1998 de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), está en prisión otra vez. Lo arrestaron hace un año los policías racistas del Estado racista que lo llevará ante un juzgado racista. Está preso en la Cárcel El Manzano de Concepción. Lo espera un “juicio” con testigos anónimos, monigotes de la Fiscalía.
A un mes de su instalación el gobierno del presidente Gabriel Boric declaró el estado de excepción en La Araucanía. La situación continúa igual, lo apoya la derecha cogobernante que pide estado de sitio, que sería un verdadero “pinochetazo”.
Héctor Llaitul es un luchador social por naturaleza y convicción. Estudió en la Universidad de Concepción y su formación política se inició en el MIR y en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez durante el terrorismo de estado de las FF.AA. y Carabineros. A los 55 años, casado y con cuatro hijos, la reciedumbre moral de su ideario político-social permite a Llaitul enfrentar la represión a pie firme. Incluso cuando en el segundo gobierno de Bachelet inventaron una tramoya policial para atrapar al líder de la CAM.
La CAM lucha por la recuperación de la tierra -antes agrícola-y sabotea la maquinaria de las forestales. Sin embargo no atenta contra las vidas de funcionarios de las empresas.
Los dueños de La Araucanía son los grupos Matte (Bosques Arauco-Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones); y Angelini (Celulosa Arauco). Producen 4 millones de toneladas de celulosa al año. Estas y otra inversiones le han reportado una fortuna de 3.700 millones de dólares al grupo Matte y 3.300 millones de dólares al grupo Angelini. Sin embargo La Araucanía es la región más pobre de Chile según estadísticas oficiales.
No se vaya a creer que las forestales son las únicas ahijadas del Estado. El año pasado -primero de este gobierno-, las AFP y la banca consiguieron ganancias históricas: 539 millones de dólares las AFP y 6.396 millones de dólares los bancos.
Ni las brutalidades del coronel Cornelio Saavedra y su tropa durante la “pacificación” de La Araucanía, que arrebató millones de hectáreas de tierra a los mapuche -dando origen a las provincias de Cautín y Malleco- consiguió doblegar la resistencia de este pueblo indómito. Héctor Llaitul y sus camaradas de la CAM representan el retoño valeroso de una tradición guerrera.
Los mapuche tienen el liderazgo entre los nueve pueblos originarios de Chile. De poco más de 2 millones de población autóctona, los mapuche son más de 1 millón 800 mil, seguidos por los aymaras (156 mil). El resto de la población de Chile somos mestizos, descendientes de inmigrantes. Mal hacemos en cultivar hostilidad contra la nueva inmigración. Unos y otros padecemos la misma explotación del sistema capitalista.
La acumulación de fuerzas para alcanzar sus demandas históricas, convierten a la CAM en un faro de la rebeldía en Chile.
Héctor Llaitul no puede convertirse en una víctima más del sistema. Aunque una inexplicable calma chicha paralice hoy las organizaciones sociales, sus núcleos más avanzados deberían desplegar generosa solidaridad con Llaitul y la CAM.