Por Luis Casado
En el Liceo Neandro Schilling de San Fernando tuve dos profes de Historia: Don Heriberto Soto, un hombre mayor de reconocida erudición, y el “choro” Silva, que le hacía honor al apodo. Magníficos maestros y sin embargo nunca logré entender los cambiantes mapas de Europa, con países que crecían o encogían, cambiaban de nombre y de fronteras, albergando cientos de naciones y comunidades variopintas, de enrevesadas lenguas, que jamás se sentían a gusto ni con el príncipe de turno ni con sus vecinos. Ergo, guerras. Masacres durante milenios.
Si agarras de París al sur, la ruta Nacional 7 tiene un trazado que fue definido por las tropas de Julio César durante la conquista de las Galias. Más tarde hubo la Guerra de los Cien años, que opuso, de 1337 a 1453, las dinastías de los Plantagenet, los Capeto y los Valois, y a través de ellas el reino de Inglaterra al reino de Francia.
Guerras y más guerras.
Es probable que hasta Joe Biden haya oído hablar de Napoléon, no digo que sepa de qué va el tema. El corso se encaramó sobre Francia y Europa gracias a su artillería, que manejaba con destreza y prodigalidad. Con ella masacró a los monarquistas que se oponían a lo que quedaba de Revolución Francesa. Eso y un par de cojones monumentales le llevaron al poder: eran otros tiempos, para llegar al palacio de gobierno tenías que tener dos.
Su ambición desmedida le llevó a invadir Rusia en 1812, y llegó a Moscú. Pero los rusos, con Kutuzov a la cabeza, contraatacaron. Las llanuras de Bielorrusia son heladitas en invierno, y las tropas napoléonicas se congelaron. Al llegar al río Berezina… Napoleón perdió hasta el modo de andar. De ahí en adelante, cuando un francés quiere decir que ha quedado una cagada federal, dice simplemente Fue una Berezina. Tolstoi escribió su gigantesca obra La Guerra y la Paz, Tchaikowsky compuso su Obertura 1812, cañonazos incluidos, y el Zar Nicolás I llegó con sus tropas a París, en donde vivió cómodamente instalado en el palacio de Talleyrand hasta que se terminó el champaña.
En los años 1860 Napoléon III, -sobrino de Napoléon I-, se aburría, o había perdido en las quinielas, o envidiaba Iena, anda a saber, la cosa es que se le ocurrió invadir México y poner allí un emperador a la pinta suya: Maximiliano. Los mexicanos, ni cortos ni perezosos, pararon la ranchera y tuvieron una idea divertida: fusilar al emperador.
Napoléon III, algo mosqueado -buscando desquite- le declaró la guerra a Prusia en 1870, y así le fue. Los prusianos lo tomaron prisionero en Sedán y llegaron a París, aprovechando el impuso para proclamar el Imperio Alemán en Versailles. Napoléon III fue enviado a parir a Inglaterra, y nació la III República Francesa. La misma que ese año masacró a decenas de miles de obreros y obreras parisinas en la tristemente célebre Comuna de París.
El 28 de junio de 1914, un joven nacionalista serbio -originario de Bosnia- llamado Gabrilo Princip, asesinó a la pareja heredera del trono austro-húngaro, el príncipe Franz-Ferdinand de Austria, y su esposa la duquesa de Hohenberg. ¿Lo qué? Eso mismo.
A partir de ahí se declararon la guerra unos a otros con tal entusiasmo que se armó la 1ª Mundial. De un lado la Triple Alianza formada por Inglaterra, Francia y Rusia, -así como lo lees-, del otro los Imperios Centrales, Alemania y Austria-Hungría, más el imperio Otomano y los que fueron llegando.Al cabo de un par de birras, tres copas de saké y un bourbon (nada que ver con la dinastía franco-española) se metieron los yanquis, los japoneses y Petauchnok. Era un gusto ver eso: unos peleando, otros financiando y suministrando pólvora.Las peores batallas se libraron en suelo galo, y Verdun aun sangra en nuestros corazones. En la batalla del Chemin des Dames murieron más de 200 mil soldados franceses gracias a la genialidad de sus generales, que inventaron fusilar a sus propias tropas para inocularle patriotismo y arrojo a los reclutas. Francia, el País de las Luces.La alta oficialidad gala supo desde entonces que la caja torácica de un milico no para las balas de una ametralladora .50Por eso tuvieron una idea genial, sólo comparable al ardid del Caballo de Troya, o a las malas artes de Mata Hari: construir un muro para detener a los alemanes en la frontera. Así se gastaron un billete largo construyendo la Línea Maginot.Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, los alemanes invadieron Bélgica primero, y llegaron a Francia por la ruta directa que viene de Bruselas a París: no pagaron ni peaje. De la Línea Maginot nunca más se supo, parece que ahora es un museo.Una vez más cayó París, media Francia fue ocupada y la otra mitad también, la oscura noche de la Ocupación nazi dejó heridas imborrables. En esas horas oscuras Francia conoció tres lucecitas que trajeron esperanza: la Resistencia del pueblo francés, Mon Général Charles de Gaulle, y la victoria soviética en Stalingrado.Es la hora de decirlo: el título de esta nota, Los Inválidos, no evoca el elefantiásico monumento que alberga las tripas de Napoléon en París, sino el cerebro -admitiendo que tengan uno- de quienes gobiernan la Europa de hoy.De Ursula van der Leyen y de Josep Borrell ya he hablado. Dos insignes neofascistas que consagran lo mejor de su tiempo a darle impulso a la III Guerra Mundial. Ambos son sicarios de la OTAN, o sea del Imperio. Pero hay otros.Thierry Breton, por ejemplo, comisario europeo de la Industria, que busca “permitirle a Europa el suministro de un millón de obuses a Ucrania”. Para ello moviliza “las quince fábricas en Europa capaces de fabricar municiones”. Entretanto, el Consejo de la Unión Europea aprobó el 20 de marzo 2 mil millones de euros para pagarlas. Un equipo de France Télévisions pudo filmar, excepcionalmente, su fabricación en una fábrica de municiones cerca de Bourges. No resisto la tentación de ofrecerte esta orgullosa descripción de lo apañados que somos, mira ver:“El gran brazo robótico amarillo es impresionante de velocidad y de destreza. En la fábrica de municiones de Nexter en la comuna de la Chapelle-Saint-Ursin, cerca de Bourges, su pinza coge un esbozo de cuerpo de obús, lo deposita con precisión en un eje dónde será pulido y revestido de una cintura de cobre. Sin esperar, girando en torno a sí mismo mientras balancea su brazo articulado, el robot coge un segundo obús en un estado más avanzado para desplazarlo a la herramienta siguiente. Sin equivocarse jamás, ni cansarse, ni reposar. En primera fila para ver este ballet hipnotizador e incesante, una visita muy particular: el comisario europeo Thierry Breton. Él escucha con atención las explicaciones del técnico de Nexter que le detalla las operaciones de cinturado totalmente automatizadas de los obuses de 155 mm.”Mejor aún, el ministro francés de Defensa, Sébastian Lecornu, ordenó relocalizar en Bergerac la producción de pólvora propulsiva para los obuses. El ejército prevé comprar decenas de miles de obuses al año.Eso es solo el comienzo: la ley de programación militar (LPM) debe ser presentada en el Consejo de Ministros el 6 de abril. La prensa advierte: “Militares e industriales dudan que los aumentos de presupuesto prometidos sean suficientes para ‘transformar’ el ejército y adaptarlo a un contexto de guerra de alta intensidad”.La ley de programación militar fija un objetivo de gastos de 413 mil millones de euros para el período 2024-2030, o sea 30 % más que la ley actual 2019-2025. La nada misma.Dicho sea de paso, el desmadre en el que está convertida Francia por la reforma de la Ley de Pensiones se debe a un eventual déficit que se verificaría dentro de doce años, y que sería de unos pinches 12 mil millones de euros. El Consejo de Orientación de las Pensiones señala que la parte de la riqueza nacional consagrada a las pensiones pasaría de 14,7% del PIB en 2020 a 11,3% en 2070. ¿Tú entiendes algo?Los Inválidos, Macron y sus secuaces, prefieren la guerra. No han movido un dedo para promover la paz. No pueden: esas decisiones las toma la OTAN, o sea Washington. Ni Francia ni la Unión Europea tienen autonomía en estas cosas. La UE no tiene capacidad de decisión ni en materia diplomática ni militar. Hay que preguntarle a Joe Biden, o más bien al complejo militaro-industrial estadounidense.Visto lo cual alguna mente desprovista de humor se permitió hacer un breve comentario hace unos días:Cuando Napoleón invadió Rusia… el asunto se terminó en París. Cuando Hitler invadió Rusia… el asunto se terminó en Berlín.¿Dónde se terminará ahora?Pero Los Inválidos no conocen la Historia, que por lo demás les tiene sin cuidado. Para ellos los maestros como Heriberto Soto o el “choro” Silva son solo pájaros de mal agüero.A mis ojos, una cuestión esencial sigue sin respuesta: ¿Porqué la clase política francesa traiciona la ambición de independencia y de soberanía de Charles de Gaulle, y busca la guerra? ¿Ah?