La deslealtad cronológica

Por André Jouffé

El desarrollo humano es una forma de deslealtad cronológica, dado que los últimos capaces de beneficiarse del trabajo de sus predecesores sin pagar el mismo precio son ellos.  Siempre será asombroso que las generaciones primitivas parezcan sufrir el peso de una tarea, sólo en beneficio de las generaciones posteriores y de que solamente las últimas tendrán la buena fortuna de habitar el edificio terminado.

Algo que nuestra revuelta Asamblea Constituyente debería asumir es que la enorme ventaja que  el progreso no solo explica el pasado sin romper el continuismo temporal, sino que puede servir de guía de actuación en el futuro

El progreso proporciona una respuesta a la inquietante pregunta ¿Y qué haremos ahora? En su más bajo nivel, la respuesta señala: “Vamos a trocar lo que tenemos en algo mejor, más grande (La fe, a primera vista irracional de los liberales en el desarrollo tan características de todas nuestras actuales teorías políticas y económicas depende de esta noción)”. 

Nada nuevo e inesperado puede asomar de lo que ya conocemos y éste es un elemento tranquilizador. Nada surgirá sino lo que está allí.

Hacia donde apunto: La Asamblea Constituyente no debe romper de golpe y raja el pasado ni reformularlo. Hay que crear sobre las numerosas bases empíricas que nos ha entregado nuestra historia  inmediata.

Lamentablemente se vislumbra un periodo de tiempo demasiado largo para un ajuste, en circunstancias que el plazo para la entrega de la nueva Constitución es breve.

Veo mucho show, mucho hincapié en subrayar lo típico y hasta sin matices folklóricos que en este momento debería ser tangencial, Se le ha ofrecido al país, seguramente en contra de la voluntad del actual gobierno, la posibilidad  de  redactar una nueva Constitución.

Les prometo, hasta el momento tengo serias dudas de un trabajo conjunto y de altura de miras, que  nos lleve a ello. Vislumbro caudillismo sobre efectividad; busca de liderazgos en vez de leyes.

El mismo director de este sitio, Juan Pablo Cárdenas,  si bien estimuló la creación de la AC, asimismo lo hizo con un entusiasmo moderado por la realidad.

Al interior hay mentes brillantes, como Agustín Squella pero la distancia que media entre su intelecto y el populismo de un grupo no menor, pareciera conllevar a un trabajo incompatible.

A veces pienso que el gobierno de un pillo, se sacó el “pillo” de encima, abriendo el camino de una AC sin siquiera contar con una asesoría neutral que delinease la línea de flotación de este nuevo y oneroso ente.

Como ocurre con frecuencia en nuestro país siempre surge un “condorazo”. La falla técnica que obligó a cambios en la inauguración, sacó a la luz que la empresa encargada del catering, traslados aéreos y terrestres y todo los servicios adhoc, fueron entregados sin licitación al hijo de la ex diputada María Angelica Cristi. Demasiada casualidad.

Ojalá que la obertura sea breve y la ópera extensa.

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