Por André Jouffé
Reacciona ante una columna escrita hace dos años y medio, Cristián Kirk Miranda en la cual me exige disculpas y de paso menciona que el grillo, así apoda a su hermano Boris Miranda-mantuvo su apellido-, tuvo que retractarse.
No repetiré los temas aludidos en esa columna, pero sí lo lamentable de la justicia. Mientras Boris, ex Sexual Democracia, debe disculparse ante la familia Nanwani por injurias, el secuestro del que fue objeto su esposa Eva, sigue a fojas cero.
Claro, Boris es humilde, con infarto encima, conduce un Uber y no tiene recursos para un abogado propio. Ante esta evidencia deberá disculparse prolijamente, ni siquiera en face, ante el clan hindú, porque la justicia lo determinó así.
¿Por qué no se sabe nada aun del caso del secuestro de Eva de parte de los Nanwani? El caso tiene fechas, nombres y lugares. Pero la justicia rige para los ricos y sus bufetes de abogados y no para las demandas de humildes y perseguidos.
Solo critiqué el distanciamiento de la cuñada de Eva, la senadora Carolina Goic, en el sentido de evitar cualquier relación la víctima y no salir en su defensa como le correspondería, por último por solidaridad familiar.
Es más, su relación con los Nanwani es óptima. Una familia que logró imponer a una de las jóvenes de su nueva generación como reina de las invernadas en Punta Arenas. Había sido elegida una chica de apellido Zapata; pero por arte del birlibirloque, tuvo que darse como ganadora a la joven descendiente de hindú usando subterfugios para los cuales incluso se me pidió ayuda.
La madre de quien le fue arrebatado el título, hizo noticia al tocar las criadillas del alcalde para cerciorarse si tenía cojones.
Lo que sí refriego una y otra vez, y lo puse a Kirk: “Si no me dan el cupo para la candidatura a la diputación por Magallanes, me voy con Adolfo (el rojo Zaldívar)”, Carolina Goic al suscrito año 2008. Ante esa amenaza Frei le dio una vicepresidencia de la DC y problema liquidado.
Boris por su parte jamás ha renegado haber nacido en la población La Bandera.
Ya que aludimos problemas familiares, gracias al libro de Kate Snell, nos enteramos que la relación entre Diana Spencer y el cirujano pakistaní Hasnat Khan no pudo convertirse en matrimonio por la oposición de la madre del médico. 36 años, extranjera de un país que invadió el suyo, cristiana, fueron algunos de los argumentos sustentados por la “suegra”. La edad de Diana era inadecuada como para crear una familia de acuerdo a las exigencias religiosas.
Diana era vengativa, su relación con Khan desde 1995 hasta comienzos de julio de 1997, culmina cuando la señora Spencer inicia su fatal romance con Dodi Al Fayed y que culminaría con la muerte de ambos menos de dos meses más tarde. Queda de manifiesto que la ex princesa llama a los paparazzi al yate para que le tomen fotos, a sabiendas que alguno de los periódicos con esas imágenes iban a caer en manos de Khan.
Uno de los detalles más extravagantes es que al médico le encantan las hamburguesas, pese a que Diana en su primera cena íntima le prepara comida pakistaní en base a vegetales. Asimismo fue él quien la indujo a seguir el jazz, cosa que no sabemos si hizo para estar en la onda de su amado o realmente la sedujo.
Hasnat acaba de cumplir 60 años y ejerce como cirujano en Essex. La cosa iba más en serio de lo que se supone. La biografía de este amor, encontró una fuerte oposición de parte del pakistaní, y más aún que fuera llevada al cine pero los abogados le dieron la razón a la productora.
La injusticia rige en todas partes del mundo. El cirujano cardiaco objetaba por su parte que la fama estaba lejos de sus anhelos y su relación con Spencer le restaba puntos a su vocación de cirujano.
Jorge Abasolo, periodista y escritor, además de tener un record de entrevistas de primer nivel a economistas y escritores del mundo entero, me informa desde Angol algo grave. Sólo adelantó lo que relataré en un programa radial: un grupo de colombianos actúa como prestamistas en esta ciudad sureña. El que no paga, recibe golpiza y ya se sabe de un caso de corte de dedos al acreedor. Al más puro estilo de lo que sabemos ocurre en ese país, una lástima por sus compatriotas “limpios”.
Yo estoy en desacuerdo con las políticas de emigración de Jorge, pero la no extradición de delincuentes y el que no revisen los antecedentes de quienes ingresan al país, es un error garrafal.
En lo personal a los únicos que dejaría entrar sin remilgos es a los haitianos. ¿Por qué? El país es tan pobre que ninguno registra antecedentes de hurto en la isla. Es un chiste cruel pero la pobreza es generalizada que no hay nada que robar.
En Venezuela, son sus habitantes que están en Chile los que me cuentan, en los pueblos fronterizos pese a la escasez de alimentos, los venden en Colombia a cinco veces el precio.
Esto me recuerda a José Miguel Varas, Nuestro Premio Nacional mientras estuvo en Radio Moscú, me pasa después de cenar en su casa, un atado de rublos. Le advierto que mi viatico es decente como para comprar mis alimentos. Varas acota:”Ve lo que haces con esto”.
En esos años, fines de los ochenta, la cosa andaba realmente mal en la economía de la URSS. Al día siguiente acudí al supermercado y quizás una betarraga o un vegetal a toda vista, lejos de la frescura, era lo único a mano. Y unos chocolates provenientes de Polonia.
Fueron esos años de la perestroika en que no era chicha ni limoná, y como como lo señala Emanuelle Carriere en “Limonov”, ad portas del momento en que un millón y medio de soviéticos de espabila mientras otros ciento cincuenta se dejan estar, cuando explota la posibilidad de hacer dinero.
La nomenclatura en pleno se hace de industrias, marcas y se asocia con los capitales extranjeros dando nacimiento así a la mafia rusa. Para esta, ya suficientes novelas y películas circulando en el territorio mundial.
Veo Animales Nocturnos de Tom Ford. Comienzo desconcertante con una performance en una galería de arte inmensa con figuras al estilo Botero. Mujeres obesas que se exponen desnudas, es el inicio que acompaña una historia paralela. Protagonistas Amy Adams y Jake Gyllenthal. Es terrible, con escenas escalofriantes pero el director desarrolla dos historias paralelas en forma brillante. Está en Netflix y tiene un premio Donatello a su favor.