Por Fernando Curiqueo
Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Karl Marx (Tréveris, 5 de mayo de 1818 – Londres, 14 de marzo de 1883). Su actividad teórica y política tuvo como objetivo último contribuir a lograr la emancipación humana.
Desde su temprana juventud, luego de haber sido aprobada su tesis doctoral ”Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y en Epicuro”, hubo de enfrentarse a enormes dificultades como consecuencia de su actividad política e intelectual. ”Después de cursar sus estudios universitarios -escribe Lenin- Marx se trasladó a Bonn, con la intención de hacerse profesor. Pero la política reaccionaria de un gobierno -que en 1832 había despojado de la cátedra a Ludwig Feuerbach, negándole nuevamente la entrada en las aulas en 1836, y que en 1841 retiró al joven profesor Bruno Bauer el derecho a enseñar desde la cátedra de Bonn- le obligó a renunciar a la carrera académica”. Este obstáculo, menor si se quiere, fue sólo el comienzo de las vicisitudes que debió enfrentar, como queda dicho, en el plano personal y familiar a lo largo de su vida. La persecución política lo obligó a tener que vivir en distintos países. Las dificultades económicas a que se vio enfrentado fueron enormes. Marx había nacido en el seno de una familia acomodada y se casó con Johanna Bertha Julie von Westphalen, proveniente igualmente de una acomodada familia de la aristocracia prusiana. Los esposos pudieron haber tenido una vida cómoda y sin sobresaltos, si Marx hubiera optado por ejercer alguna profesión liberal. Pero el derrotero por el que ambos marcharon fue el que conocemos: el del revolucionario.
Un objetivo estratégico de la burguesía y de sus terminales mediáticas e ideológicas ha sido atacar a Marx, en lo personal, y su obra. Uno de los modos utilizados para tratar de lograr su objetivo ha sido el recurso a la denostación. Este empeño ha devenido en el drama de Sísifo de quienes se han embarcado en esta cruzada en contra de Marx.
El artículo de la uruguaya Hana Fischer ”Sabías que Marx era vividor, plagiador y despectivo con los obreros?”, es un ejemplo. Esta dama en su empeño de desprestigiar a Marx echa mano a ”connotados” divulgadores como es el caso de Paul Johnson, autor, entre otras obras, de Intelectuales. Escribe Hana Fischer: ”Por su parte, Johnson demuele la imagen de Marx, tanto en su vertiente humana como en la intelectual”. Y continúa: ”Expone [Johnson] que [Marx] siempre fue un vividor. Al principio vivía a expensas de su familia -que por cierto era burguesa- y luego sedujo a Engels para que lo mantuviera. O sea, que jamás trabajó”. Paul Johnson, de acuerdo a lo que nos relata Hana Fischer, más que ”demoler” a Marx, se muestra como un tipo torpe que es capaz de propagar el bulo de que Marx ”nunca trabajó”.
Javier Milei y Axel Kaiser, muy sueltos de cuerpo, cual simples cajas de resonancia de lo que otros escriben, hacen suya la patraña de Johnson.
Invito al lector de este artículo a que escuche a Javier Milei, quien en su acostumbrado lenguaje de un energúmeno irrespetuoso, se refiere a Marx. Transcribo:
”Un hijo de remil putas que en toda su vida trabajó, era un vago. Es decir, ese señor primero vivió del padre. Cuando el padre se cansó de mantenerlo, se casó con una mujer obviamente acaudalada y vivía de la mujer…” (Karl Marx – Javier Milei, You tube).
Luego de esta diatriba, le anuncia a su auditorio de jóvenes estudiantes, que pasará a examinar lo que Marx y [Johann Karl] Rodbertus escribieron sobre teoría de la explotación. La torpeza de Milei salta a la vista.
Axel Kaiser, por su parte, repite, casi textualmente, lo que Johnson escribió sobre Marx:
”Este es un tipo que se sentó, nada más que a leer y escribir, nunca trabajó. Se financió, en parte con platas de su padre, después se financió con platas de su mujer, después… vivía endeudado, por eso odiaba a los prestamistas, se financió con ayuda de Engels, se casó con una noble alemana, varias de sus hijas se suicidaron. Era un papá querendón, pero un total irresponsable… (Quién fue Karl Marx – Axel Kaiser, you tube).
John Gray, en su artículo El verdadero Marx, escribe en la bajada de aquél: ”Marx ha sido, probablemente, el pensador político más influyente de todos los tiempos. Pero como señala Sperber en una biografía magistral recientemente aparecida en castellano (Karl Marx: A Nineteenth-Century Life, Jonathan Sperber, publicación original: 11.3.2013), una parte importante de su obra ha sido ignorada y su figura se ha sacado habitualmente de contexto”. En otra parte de su artículo leemos: ”Aunque solemos imaginar a Marx como el teórico encerrado en la biblioteca del Museo Británico, la teoría fue solamente una de sus vocaciones y rara vez su actividad principal”. Y cita a Sperber: ”Normalmente las actividades teóricas de Marx tenían que encontrar lugar entre otras actividades que consumían mucho más tiempo: la política de los émigrés, el periodismo, la ait [Asociación Internacional de Trabajadores], dar el esquinazo a los acreedores y las enfermedades graves o fatales que asolaron a sus hijos, a su esposa y, después de contraer una enfermedad de la piel en 1863, a él mismo. Con frecuencia, los esfuerzos teóricos de Marx se veían interrumpidos durante meses, o relegados a altas horas de la noche” (artículo El verdadero Marx, John Gray, 12.2.2014). John Gray no es ni admirador de Marx ni partidario de sus ideas.
Por su parte, Laurence Krader (Jamaica, New York, 1919 – 1998), en su libro Los apuntes etnológicos de Karl Marx, escribe en su Introducción: ”El presente libro consta de los extractos y notas que Marx hizo al leer las obras de cuatro etnólogos contemporáneos: Lewis Henry Morgan, John Budd Phear, Sir Henry Sumner Maine y Sir John Lubbock (Lord Avebury). Marx se dedicó con gran intensidad a estas obras en los años 1880, 1881 y 1882; y continuó con los estudios etnológicos hasta que su muerte, acaecida en marzo de 1883, los dejó inacabados”. Krader se preocupa de consignar: ”No soy ni hegeliano ni marxista. Soy estudiante de ambos, así como Marx fue un estudiante de Hegel. Aunque Marx fue también un discípulo de Hegel, lo que yo no soy, como tampoco un discípulo de Marx”.
Marx ”racista”
El aniversario del nacimiento de Karl Marx, me propuse conmemorarlo escribiendo sobre otro tema, por supuesto, relacionado con su actividad intelectual. Pero de pronto reparé en que poco o mejor dicho casi nada sabía de lo que tanto Marx como Engels escribieron sobre América. Uso el término correcto y no en el sentido en que se usa en Estados Unidos. Había leído muy por encima una larga reseña de Karl Marx sobre Simón Bolívar. No es muy favorable al Libertador.
Me ha parecido de interés abordar el tema del pretendido racismo de Marx en contra de los mexicanos y los negros, pues es un tema recurrente en varios de los trabajos que he podido leer. Deseo dejar en claro que lo he hecho no porque me haya tragado el cuento de que Marx lo fuera, sino que para ver de qué manera se las arreglan sus detractores para hacer ”digerible” la engañifa. El recurso más utilizado es la manipulación, a veces grotesca, del material a que recurren.
Otro recurso al que echan mano los detractores de Marx es esforzarse en hacerlo objeto del enojo o, incluso, la ira y el rechazo de parte de quienes, supuestamente, Marx ofendió en sus escritos.
Este asunto del pretendido racismo de Marx no es un tema baladí. No es un asunto que sea parte de lo que un autor mexicano define como la ”arqueología intelectual del marxismo”. Es un tema de actualidad. Casualmente me tocó, hace algunos días atrás, escuchar un extracto de una conversación o conferencia de Sergueí Lavrov, ministro de RREE de la Federación de Rusia, reivindicando que ”Moscú [léase la URSS], por otro lado, desempeñó el papel principal y decisivo en la liberación del continente del yugo colonial y ayudó a las naciones africanas a construir su Estado formando la base de sus economías y defensa”. En la parte central de Africa, como se sabe, están teniendo lugar, en el último tiempo, importantes acontecimientos políticos.
No es un dato menor que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, se haya pronunciado por que se conozca en centros de enseñanza, junto a Aristóteles y otros filósofos de la Antigüedad, a Marx y Lenin.
Me metí a Internet y escribí Marx y América Latina. Aparecieron muchos artículos, libros y videos sobre el tema. He leído muchos de ellos y seleccionado algunos.
El criterio que he usado ha sido separarlos en tres grupos: los que son ”neutrales” (o más ”académicos”) en cuanto a la forma de abordar y presentar los trabajos de Marx, los que son favorables a él y, finalmente, los que abiertamente son contrarios al pensamiento de Marx. La obra y la vida de Marx no necesitan de que uno recurra a triquiñuelas de baja estofa incluyendo sólo a los que son ”pro” Marx. Por eso incluyo un listado de los tres grupos:
Karl Marx, Friedrich Engels. Materiales para la historia de América Latina, de Pedro Scaron (Cuadernos de Pasado y Presente, 1972).
México en los escritos y fuentes de Karl Marx, de Jesús Manjarás-Ruiz.
1861 La intervención en México, de Karl Marx, noviembre de 1861. Primera y segunda parte, y Un ”affair Mires” Internacional, de Karl Marx, 28 de abril de 1862, en: memoriapoliticademexico.org
Etc.
México en la obra de Marx y Engels, Domingo P. de Toledo y J. El Trimestre Económico, vol.6, número 21, abril-junio de 1939.
Marx, Engels y México, el lenguaje brutal de una carta, por Salvador Medina Ramírez.
Etc.
Karl Marx, racista, de Nathaniel Weyl.
El verdadero Karl Marx, de John Gray, The New York Review.
Profundo desprecio de Marx y Engels a México y a los mexicanos, y Los verdaderos Marx y Engels: racistas, esclavistas, farsantes, de Luis Reed Torres.
Papel del racismo en la política soviética y china, de Joseph S. Roucek.
Etc.
Destaca por el volumen de materiales que incluye, la obra de Pedro Scaron, Karl Marx, Friedrich Engels. Materiales para la historia de América Latina, publicada en 1972. En la parte que denomina A modo de Introducción, Scaron afirma: ”Los textos suyos [de Marx y Engels] referidos directa o indirectamente a América Latina, aunque más abundantes de lo que generalmente se supone, representan una parte muy pequeña de su obra total”. Además, ”el análisis de estos textos contribuye a hacer patente que la evolución del pensamiento de Marx y Engels sobre la cuestión nacional es extremadamente compleja. Diríamos que accidentada.”
Más adelante, Scaron afirma que ”es posible reconocer varias etapas en el desarrollo del pensamiento de Marx y Engels sobre el problema nacional y en particular sobre la expansión de los grandes países del occidente europeo a expensas del mundo extraeuropeo:
- Una primera, con fecha de comienzo imprecisa, pero posterior a 1847 y que culmina más o menos con el fín de la guerra de Crimea. Según Scaron, en esta etapa Marx y Engels ”combinan el ´repudio moral` a las atrocidades del colonialismo con la más o menos velada justificación teórica del mismo”.
- ”Los límites del tercer período -señala Scaron- se pueden fijar entre 1864 y la muerte de Marx”. Scaron opina que la creación de la Internacional de la que Marx fue uno de sus fundadores, lo ayuda a ”liberarlo de elementos contradictorios con ese internacionalismo”. Pone como ejemplo el cambio que se produce en Marx respecto de la cuestión irlandesa.
- ”Hacia 1856 -continúa Scaron- se abre una nueva etapa en el pensamiento de Marx y Engels sobre el problema nacional y colonial, la cual dura también aproximandamente, hasta la fundación de la Internacional (1864)”. En esta etapa, de acuerdo con Scaron, ”Marx y Engels no revisan claramente sus concepciones teóricas sobre la relación entre las grandes potencias europeas y el mundo colonial y semicolonial, pero sus escritos acerca del tema el aspecto que prevalece, en la mayor parte de los casos, es la denuncia de los atropellos de aquellas potencias y la reivindicación del derecho que asistía a chinos, indios, etc., de resistir contra los agresores u ocupantes extranjeros.”En esta etapa -afirma Scaron-, Engels realiza una ”importatísima contribución teórica al definir la política que a su juicio debía mantener, en sus relaciones con el mundo colonial, el proletariado victorioso”.
- La cuarta etapa va desde la muerte de Marx a la de Engels. Scaron opina que en general se trata de una etapa de estancamiento, cuando no de involución. Scaron entrega algunos ejemplos al respecto.
Esta periodización -señala Scaron- se ajusta en líneas generales a los escritos de ambos sobre América latina, ”particularmente en lo tocante a las dos primeras etapas”, ya que ”ellos pasan de un respaldo categórico y entusiasta a la expansión norteamericana… entre 1847 y 1856, a la crítica de la misma en el período que va, poco más o menos, de 1856 a 1864”. Scaron agrega que ”en 1861 y años siguientes Marx se opone resueltamente a la intervención anglo-franco-española en México, pero no deja de ser significativo -y típico del período que nos ocupa- que el fundamente exclusivo de sus críticas a los intervencionistas sea algo tan poco ”marxista”, o si se quiere tan poco específicamente ”marxista”, como el viejo derecho de gentes”.
Domingo P. de Toledo y J., autor, como queda dicho, de México en la obra de Marx y Engels (El Trimestre Económico, vol.6, número 21, abril-junio de 1939), señala respecto al orden de su contenido:
Los fragmentos de I a III de las cartas de Marx, señala de Toledo, exponen las impresiones que produjo en aquél la lectura del libro La guerra con México, de Roswell Sabine Ripley (14.3.1823 – 29.3.1887). Marx también tuvo a la vista, junto con la obra de Ripley, la Historia de la conquista de México, de Antonio de Solís, publicada en 1684. Marx le transmite a Engels sus opiniones sobre ”asuntos militares acerca de la guerra entre México y los Estados Unidos, provocada por los manejos de los intereses esclavistas del Sur de la Unión Norteamericana -anexión de Texas al vecino país, etc.- en complicidad con algunos políticos y latifundistas criollos, engañados, tal vez, por el espejismo de la creciente prosperidad del vecino país contrastada con el espectáculo que les ofrecía su propia patria”, señala de Toledo.
Más adelante, de Toledo escribe: ”… al hablar de los jefes mexicanos que intervinieron en el acontecimiento y el carácter de aquéllos y de los que sólo nombra a Santa Anna su impresión de lectura expresada en tono irónico, desde luego, conviene también con la crítica de los mejores historiadores mexicanos de nuestros días: Molina Enríquez, Teja Zabre, Rafael Muñoz, etc.”
Para redondear acerca del contenido del libro, de Toledo señala en su Presentación: ”Los demás fragmentos de cartas (IV a XII), excepto el XI, que es de Engels, escritos de 1862 a 1866… lo fueron, al propio tiempo que la cuestión question mexicaine, como se la llamó por entonces en Europa, apasionaba a la opinión política de los dirigentes y era el rompecabezas de los gabinetes de Washington, Londres, París, Madrid y Viena”.
Al final de su Presentación, de Toledo destaca ”lo bien enterados que [Marx y Engels] se mantuvieron siempre acerca de los acontecimientos políticos del mundo, su interpretación adecuada y además la simpatía que por la causa de la Revolución Mexicana experimentaron en todo momento”.
El título del libro de Nathaniel Weyl, Karl Marx, racist, establece una toma de posición inequívoca de su autor. Este trabajo contiene un prefacio, está dividido en cuatro partes que en total incluyen veintiocho capítulos. Puesto que a Marx se le acusa de racismo contra los negros, además de los mexicanos y judíos, me pareció de interés centrarme en la Parte II, que incluye el capítulo 7: Karl Marx sobre los negros. Weyl comienza este capítulo afirmando que: ”Marx y Engels habitualmente son representados como admiradores de Abraham Lincoln, decididos enemigos de la esclavitud, y valientes campeones de los derechos de los negros, de la igualdad de los negros, y de la libertad de los negros. Hay apenas un ápice de verdad en esta interpretación. Públicamente y por razones políticas, ambos, Marx y Engels, posaron de amigos de los negros. En privado, ellos fueron racistas antinegros del más odioso tipo”. Así de tajante es la opinión de Weyl.
Weyl aborda cuatro temas en este capítulo 7. Uno de ellos lo titula Marx defiende la esclavitud. Weyl escribe: ”Marx pasó una gran parte de su vida escribiendo diatribas en contra de compañeros revolucionarios que tenían la imprudencia de diferir con él. Cuando Pierre-Joseph Proudhon, probablemente el pensador socialista líder en Francia en esa época, publicó un libro titulado Filosofía de la miseria [1846], Marx inmediatamente replicó con una vitriólica refutación titulada La miseria de la filosofía (1847). Proudhon había sido lo suficientemente infantil como para abogar por la emancipación de los esclavos negros en Estados Unidos. Marx respondió con desprecio:
”Sin la esclavitud, Norteamérica, el país más desarrollado, se transformaría en país patriarcal. Si se borra a Norteamérica del mapa del mundo, tendremos la anarquía, la decadencia absoluta del comercio y de la civilización modernas. Pero hacer desaparecer la esclavitud equivaldría a borrar a Norteamérica del mapa del mundo””.
La cita a la que recurre Weyl es parte de una carta que Marx envió a Pavel Vasilievich Annenkov, el 28 de diciembre de 1846. La cita empleada por Weyl es sólo una parte de un parágrafo mucho más extenso. Marx no está defendiendo la esclavitud; lo que está haciendo es mostrarle a Annenkov que Proudhon se enreda con el concepto de contradicción. Antes del párrafo en cuestión, Marx ha escrito: ”Para esclarecer este sistema de antagonismos, tomemos un ejemplo”. El ejemplo se refiere al monopolio y la concurrencia. Luego de explicar este punto, Marx escribe en su carta: ”Ahora le daré un ejemplo de la dialéctica del señor Proudhon”. Y para ello, Marx toma la contradicción libertad y esclavitud. Luego de lo cual escribe en su carta: ”En su deseo de conciliar las contradicciones, lo único que no se le ocurre al señor Proudhon es preguntar si no deberá ser derrocada la base misma de estas contradicciones” (negritas mías). Marx afirma que con este proceder, Proudhon demuestra que ”es un filósofo y un economista de la pequeña burguesía. En una sociedad avanzada el pequeño burgués se hace necesariamente, en virtud de su posición, socialista de una parte y economista de la otra, es decir, se siente deslumbrado por la magnificiencia de la gran burguesía y siente compasión por los dolores del pueblo. Es al mismo tiempo burgués y pueblo”.