Por André Jouffé
Si hubo una tala con el diez por ciento, más el 2,5 entre seguro de cesantía y comisiones, en la previsión invertida en las AFP, ya se anuncia una oportunidad de mermar la jubilación con otro “adelantito”.
De esta forma, de continuar el sistema mordisco, podríamos llegar a fines de año con un 50 por ciento del total de la jubilación consumido antes de tiempo.
Extraño este 2020, que partió con 46 millones de acres incendiados en enero en el mundo; luego una escasez universal de papel y un desconcierto de la ciudadanía por doquier con lo que está ocurriendo fuera de la pandemia.
Otro recorte, se produce fuera de Chile con el acuerdo de Israel con Emiratos árabes y eventualmente Egipto y Jordania. Preocupante pues disminuye notablemente la opción Palestina a un Estado hegemónico y definitivo, sin aduanas ni cortes de luz antojadizos de parte de sus vecinos.
Para analistas judíos, este “logro” de Benjamín Netanyahu, acusado de malversación de fondos públicos, corrupción, fraude, acoso sexual y cohecho, favorece a la derecha, léase Likud, en desmedro de laboristas y sectores más de izquierda que privilegian un acuerdo con los palestinos.
El recorte prioritario se ha manifestado a nivel religioso, donde las Iglesias en general han manifestado una ausencia notable en la crisis de la pandemia.
A falta de pulpito, el Vaticano no ha reaccionado como corresponde a los misioneros de Dios y los Evangélicos, si lo hacen, ponen en peligro la salud y la vida de su grey.
Curioso, pero Leo Raymond Burke, cardenal nuevayorquino, puede atacar libremente al Papa Francisco pese a que es amonestado constantemente con llamadas a declarar a Roma. Pero Jorge Bergoglio con su tibio pasado en el gobierno militar-antes de tomar los votos su novia lo dejó por lo mismo- y aún existen sacerdotes y ex religiosos resentidos que no le saludan por su implacable persecución de los adherentes a la teología de la Liberación.
Burke, a quien el periodista e investigador Frederic Martell, define como un ultra conservador, tradicionalista que en su casa maneja un guardarropa digno de lady Gaga (el escritor tuvo acceso al closet), cuenta con el apoyo de Donald Trump y en consecuencia el catolicismo norteamericano en gran parte es arrastrado hacia quien postula a la reelección.
En Estados Unidos la hermana del presidente insano, lo acusa de locura y crueldad, mientras su hijo siembra el terror con “Biden es socialismo”.
Ese socialismo de Biden, podría asimilarse al de Joaquín Lavín, no más allá. Y que pone en ascuas a Jacqueline van Rysselberghe, psiquiatra que cuando Intendente de la Octava región, fue la primera en acatar el permiso de cultivo de marihuana con fines farmacéuticos y que vota desde su casa copa en mano.
Finalmente, los camioneros tienen el país de la manga. Tres horas de toma del puente Malleco la semana pasada provocó una crisis enorme en materia de distribución, un paro de dos días, llevaría al caos.
A simple vista, leo una semejanza en el año y medio que le quedaba a Michelle Bachelet y lo que resta a Sebastián Piñera. A propósito, la primera confiesa a una mapuche en Ginebra que como en El Mercurio no había leído nada sobre el conflicto de “los otros chilenos”, no estaba al tanto de la situación con lo cual demostraba sus excelentes fuentes informativas.
Ambos dieron y dan la impresión de que el día del relevo llegue más pronto que la vacuna contra el Corona. El sillón del palacio Toesca tiene una poltrona ardiente, que urge a sus usuarios a huir del lugar lo más pronto posible. Si hubiese reelección inmediata, ninguno de los dos, habría postulado.