Por André Jouffé
Suelo pensar en el vaso comunicante entre los cerebros ovinos, vacunos y humanos.
Tomaremos tres ejemplos.
Los primeros simples, tomados de dos películas de alta calidad y sin pretensiones de crear conflictos artificiales.
En “La caza”, de Tomas Vinterberg, Klara, una chica cansada de las discusiones de sus padres, debe de esperar en el jardín el término de una disputa conyugal para que uno de ellos la lleve a la guardería infantil. Es habitual que el propio profesor, Lukas, cuyo trayecto es el mismo, lo haga y caminan ambos tomados de la mano rumbo hacia el centro infantil. La niñita se enamora de su protector y al despedirse, en una oportunidad, le da un beso en la boca. Lukas, dice suavemente, que esos cariños son de adultos. La niña resentida inventa y calumnia a Lukas antes sus padres y lo acusa de acoso sexual y tocaciones. Aunque finalmente Klara se desdice, la comunidad del pueblo le hace la vida imposible y el hombre debe renunciar a su cargo y ausentarse un año, acompañado de su pareja, que incluso a veces duda de la palabra de Lukas.
El rebaño se confabuló en contra del inocente.
En “La banda blanca”, de Michael Haneke, en un pueblo alemán, a comienzos del siglo pasado, ocurren varios hechos extraños que remecen la apacible existencia de la comunidad. Las palabras estrictas del pastor y los rumores, logran sembrar la desconfianza de todo el lugar. Objetivo cumplido: unánimemente todos se convierten de guardianes o cancerberos sin rejas.
Y de esta conducta se explica el cómo nacieron gobiernos totalitarios populares como el nacismo.
En “Ensayos Sobre La Banalidad del Mal”, Hannah, nacida Johana, Arendt(1906-1975) alemana de nacimiento, luego apátrida y norteamericana al final, es una filosofa judía de renombre. Alumna y amante de Martin Heidegger-ella 17 y él 35-, se convierte en una de las filosofas más influyentes del mundo.
Cuando la Mossad secuestra a Adolf Eichman en las afueras de Buenos Aires en 1960 y es llevado a juicio en Jerusalén entre abril y junio de 1961, Hannah se ofrece de cubrir este acontecimiento para el New Yorker.
Los resultados de este trabajo repercuten fuertemente en la comunidad judía, que lo rechaza casi por unanimidad.
Una de las razones es su alusión a los asquerosos “Juden rat”, consejo judío, que operaba en guettos y campos de concentración y decidían el destino de sus pares. Constituía el puente entre la Gestapo o los nazis en general con la comunidad judía. Se supo de arreglos económicos para salvar el pellejo pero finalmente todos los del consejo, tarde o temprano, terminaron muertos o internos en campos de concentración.
Pero el tema central de la Banalidad del Mal se centra en juicio al oficial nazi, un civil de uniforme, Adolf Eichman que se ciñe estrictamente a la obediencia debida.
Hannah critica el montaje mediático que han armado las autoridades de Israel, entre las que se cuentan incluso parientes suyos. La filósofa encuentra el colmo que el pequeño individuo con un tic en la boca sea sentado en una jaula de vidrio para no contagiar a los judíos de la sala, como si tuviera el Corona Virus.
Las razones: Eichman declara una y otra vez su inocencia: no lo pueden castigar por cumplir su deber.
Interrogado una y otra vez por su ausencia de sentimiento de culpa al aludir los convoyes con las cámaras de gas, el alemán reitera que recibió órdenes y que las volvería a ejecutar, proviniera del jefe del momento (léase Hitler, Stalin, Mussolini o quien fuera)
Amoral, inconsciente, actuó según instrucciones sin chistar con el leit motiv: un soldado actúa, no piensa. Escribe Hannah: No es Macbeth.
Hannah insiste: ¿Por qué este show? Es un asesino sin moral, ejecútenlo pero eviten el espectáculo.
Efectivamente fue ahorcado ese año.
En esos tres meses de juicio desfilan hombres y mujeres que lo acusan, algunos se desmayan en sus intervenciones, pero todo es cuento sabido. Tampoco constituía un ejemplo para la humanidad, una suerte de escarmiento.
El rebaño ovino o vacuno sigue a un animal en busca de alimento. El humano, al acatamiento de una voz, que lo convenza aunque no sepa de qué se trata. Es el animal con derecho o intención de sufragio. Acato a Stalin o a Hitler sin chistar, a lo Eichman. Y por eso Arendt define ese mal como una banalidad que no resiste el menor análisis.
LAS ELECCIONES
Pamela Jiles tuvo el mérito de empoderarse de dos tipos de seguidores: el necesitado-gracias a su proyecto de retiros de fondos brillante pero dudoso a largo plazo-, y el televidente de farándula. Aunque Pablo Maltés su pareja actual, asegure que usaba SQP como un medio de penetrar la conciencia en una sociedad transversal lo concreto es que a Pamela le gustaba el foco del set. Pero fue inteligente, y su pasado familiar de izquierda es irrefutable. Izquierda adinerada eso sí, lo cual es poco común pero ese bienestar fue gracias al trabajo y no consecuencia de una nomenklatura a la URSS.
¿Y el programa?
Cambiar el sistema.
¿Cómo?
Nadie sabe, pero como candidata a la primera vuelta puede obtener una alta votación sin que sus electores recapaciten con quien va a gobernar-personas, no partidos-. Pero, ¿Para qué complicarse la vida si muchos dicen: es para mejor?
La gente está agradecida, vota sin pensar.
En el otro extremo, el rebaño de Joaquín Lavín. Él representa el continuismo del sistema pero quizás, picado por la abejita social (incluso incurrió en el delito para los UDI, de mencionar palabra socialdemocracia), un poco más libre que Piñera. Sin embargo la presión social va a estar en la cúspide ya cuando el cuarto retiro haya sido puesto en la cabeza nacional. Con el agravante para ciertos, por cuenta del estado ya que la mayoría no tuvo lo suficiente para un tercer mordisco.
Daniel Jadue, pretende romper aguas en las filas socialistas para llevarse una parte del delta del desordenado afluente llamado PS, imponiendo la resurrección del legado de Salvador Allende. Las dudas recaen si es el hombre adecuado para encabezar esta tarea en otros tiempos, sin aliados extranjeros, apoyo nacional e internacional no capitalista.
La banalidad del mal o el equivalente, actuará certeramente en los próximos comicios este fin de semana. Son candidatos de compadrazgo más que de movimientos en cuanto a concejales, alcaldes, gobernadores y constituyentes.
Si votan tantos ciudadanos como en el plebiscito anterior, serian sobre siete millones de personas. Da para reflexionar que muchos electores estarán pendientes del número de casos de contagio en esos días. Si hay manipulación, según como venga la mano, pueden aumentar o disminuir las cifras de acuerdo a las comunas donde el gobierno tiene mayor o menor chance. Asumo que concluir esto como un hecho, es póker.
En fin, uno escribe gobierno, porque Sebastián Piñera es el gobierno. El resto comparsa. Después de sus dos mandatos, el diluvio.
Veremos pues este fin de semana la primera conducta del rebaño, antes de la primera vuelta presidencial y la única de diputados y senadores el 21 noviembre próximo.