Por Andrés Solimano
El conjunto de medidas de Milei incluyen el reemplazo del peso argentino como moneda legal por el dólar norteamericano, el cierre masivo de Ministerios para desmantelar, en modo tratamiento de shock, el Estado argentino; la venta de órganos humanos, liberalización de la porta de armas, negación de acciones represivas de la dictadura militar de 1976-1983, la eliminación de derechos económico-sociales y otras. Esta receta ultra-neoliberal aparece como difícilmente compatible con la consolidación de la democracia, la reducción de la pobreza, una menor desigualdad y la unidad nacional.
Periódicos serios, aunque conservadores, como The Economist de Londres han tomado abierta distancia de la alternativa Milei para Argentina y es evidente que el gobierno de Estados Unidos no le tiene simpatía. Adicionalmente, el jefe de la iglesia católica, Papa Francisco II, Argentino, que fuera criticado por el candidato, advierte del carácter volátil, divisivo y mesiánico del candidato del movimiento “la libertad avanza”. En contraste, el candidato Massa del Peronismo se ha manejado con cautela, mostrando pragmatismo y sentido común, reconociendo la existencia de una compleja crisis económica en la Argentina (además de candidato presidencial es Ministro de Economía) pero enfatizando la necesidad de unidad nacional para salir de la crisis. Este mensaje busca ser una alternativa a lo desconocido, incierto y extremo como solución a las dificultades nacionales. El resultado definitivo en la segunda vuelta de las elecciones de Argentina dependerá del estado de la economía (desvalorización del peso e inflación) , del comportamiento de los candidatos, sus posibles alianzas y su capacidad de persuasión del electorado.
En Chile la crisis no es inflacionaria como en Argentina sino mas bien de deslegitimación del sistema político, alta desigualdad, inseguridad publica y profundas divisiones de la sociedad chilena traumada tras 17 años de dictadura militar y atrapada en una interminable transición continuista de mas de tres décadas a la democracia que ha dejado intocadas, en lo grueso, las instituciones básicas heredadas del régimen de Pinochet como su constitución y el modelo económico neoliberal. Tras el estallido social de Octubre Noviembre de 2019 la salida a esa coyuntura se visualizó en redactar una nueva constitución. Sin embargo, el proceso ha resultado mas complejo que lo esperado y el texto constitucional de Septiembre de 2022 preparado por una convención constituyente con fuerte presencia de independientes fue rechazado por la ciudadanía, abriendo un segundo proceso constituyente ahora dominado enteramente por los partidos políticos, (de débil credibilidad), y en especial por el nuevo partido republicano que es una suerte de partido heredero de Pinochet, culturalmente conservador y radicalmente neoliberal en lo económico. La nueva constitución que están aprobando las mayorías conservadoras de la nueva convención prácticamente elimina el impuesto a los bienes raíces (sitios, casas y departamento), constitucionaliza la privatización del sistema de pensiones y salud, debilita los derechos sociales, se aleja del feminismo, protege a antiguos violadores de derechos humanos y evita una democratización del sistema político. Se esta escogiendo por una carta fundamental impregnada de un radicalismo de derecha cuya recepción por el electorado conoceremos solamente en el mes de diciembre con el plebiscito de salida para aprobar o rechazar este segundo texto constitucional. El cono sur de América Latina siempre trae sorpresas.