Por André Jouffé
Uno de los factores que convirtieron a la serie española “La Valla” en un fenómeno, es que culmina dejando las puertas abiertas al sistema, mientras ha derrotado en la medida de lo posible, al virus.
Y por eso, su éxito que ha dejado conformes incluso a los críticos de estos programas.
En La Valla cuando el seguidor espera el fin del régimen, la eliminación de los malvados y la restauración de una democracia, cae en la sorpresa que todo seguirá igual, por lo menos hasta la segunda temporada a fines de año.
En la misma situación nos encontraremos en Chile mientras las herramientas políticas llámese Asamblea Constituyente por ejemplo, siguen navegando por un curso totalmente ajeno al conocimiento ciudadano, lo cual tampoco es ocasional.
Rostros desconocidos, sin antecedentes ni de pro y de contra son colocados por sombras partidarias que se perpetuarán a través del nuevo organismo.
Llegarán vacunas, es probable que a fines de año, inciertos en cuando a lo efímero o perenne, pero con la esperanza de vivir sin mascarillas, estemos todos protegidos-los que confían en la inyección-. Pero nada nos ilumina con un cambio, ni individual ni colectivo.
Contradigo en que dejaremos de ser más narcisistas y mejores cuando algún día termine esta doble pesadilla llamada virus y política que en el fondo conforman una conjunción adecuada. Al contrario, la neurosis acumulada puede desembocar mal.
Aprovecho la columna para tratar dos temas: lo que parecía broma: lo de whatsapp viene en serie y el acceso a todas nuestras bases de datos -dejémonos de engañarlos, ya las tienen por otras vías, solo que ahora quieren ahondar más en la intimidad individual-.
Muchos ya están en torment y esto significa traspasar las agendas de una a otra o usar las dos.
Lo otro que es que en fábrica de medios me informan sobre cómo se filma actualmente películas y series.
En este momento la computación juega un rol más importante que los actores de carne y hueso. Las escenas de agresiones por ejemplo, son las más sencillas porque el asaltante, va encubierto y envuelto en material protector para no entrar en contacto de piel a piel con el atacado. Se acaban las luchas cuerpo a cuerpo con el torso desnudo.
Las escenas de amor, se unen las bocas por ejemplo, sin que en realidad los amantes se toquen.
Todo esto vía tecnológica.
El drama es la vida real. Cuántos jóvenes en edad de pololeo o relaciones han podido resistir en sacarse la mascarilla para un beso; del resto ni que hablar. Tras una tasa inicial de engendrar descendencia provocada por el encierro, en los últimos seis meses la convivencia fastidiosa, especialmente en lugares cerrados como departamentos, ha conllevado a un hastío que inhibe la libido en forma alarmante.
Los seres que se aman, el lolerío en su máximo expresión ha sufrido lo suyo. Y el fenómeno que ya estaba en auge antes de la pandemia-enajenarse del contacto, dejar de tener relaciones porque por internet es más fácil, la auto satisfacción y seamos crudos, la explosión de venta.-con entrega a domicilio-de objetos de entretenimiento sexual tipo Baby Jane, encabeza la lista de repartos.
Por lo menos, de esto no demos culpar al sistema. Los vaticinios más positivos indican que antes de mediados del año 2022, la incómoda mascarilla seguirá vigente, la reapertura de cines ya en proceso de liquidación, imposible. Solo presionar a entes como el Mineduc, el Ministerio dela Cultura, las municipalidades y bancos e instituciones solventes, para que vía pantalla chica, difundan expresiones de arte de toda índole cancelando los honorarios justos a los creadores.