Por Luis Casado
Mi pana, el excelente Jorge Lillo, se rajó con una luminosa Lira Popular titulada Séver la odnum led arto que los más rápidos de la calabaza leyeron inmediatamente Otra del mundo al revés.
Oportuno, me dije, preclaro, lúcido, fino, sagaz, esclarecido. Pasa que mirando en derredor no veo sino oscuridades de miedo, sombras tenebrosas, tinieblas de acabo de mundo, negruras de túnel, lobregueces de oquedad intestinal, tinieblas y opacidades de aquí se termina el viaje. Peor aun, veo líereh mundiales orgullosos de estarla cagando y empeñosos en terminar de cagarla definitiva e irremediablemente.
El Imperio, por un momento hesitante, de la mano de un Joe Biden senil, chocho, gagá, definitivamente desconectado de su única sinapsis neuronal activa, persiste en controlar lo incontrolable: el mundo.
En su desmesura demencial el Imperio quiere ponerle arropeas a Rusia y a China, rodearlas, intimidarlas, construir un muro como el que Trump soñó para aislar a México pero esta vez para incomunicar a media humanidad. Europa, satisfecha y orgullosa de su calidad de Protectorado, hace méritos para devenir colonia tan rápido como sea posible.
El resto del mundo, –o sea nada–, se protege como puede tras regímenes no siempre recomendables cuyo primer objetivo se limita a evitar formar parte del serrallo yanqui.
Ucrania, un país al pairo, sirve de pretexto, de terreno de juego, de cobaya de laboratorio, de carne de asadero, de grata y baqueta para limpiar las almas de los cañones generosamente ofrecidos por el Imperio y sus lustrabotas.
El precio lo pagamos todos, comenzando por quienes tenemos el placer el honor y la ventaja de vivir en Europa, ese curioso continente especializado en guerras mundiales que hacen la fortuna de terceros, mayormente estadounidenses. Nada nuevo: en vísperas de las guerras mundiales no hubo seres humanos lúcidos, sino patriotas deseosos de acabar con el enemigo designado por los grandes industriales, el gran capital, los bancos poderosos que financiaron la guerra desde los dos bandos.
¿Algún líer europeo ha sugerido parar este desmadre, sentarse en algún sitio a negociar la paz que anhelamos los pringaos? No. La urgencia consiste en enviar armas a Ucrania para que los ucranianos, guiados por un fantoche fascistoide, derroten al “dictador” Putin.
Los EEUU y la Unión Europea, tienen, tenemos, el privilegio y la exclusividad de los regímenes democráticos. Ya se sabe: Hitler llegó al poder gracias al voto popular. Como la actual Presidente del Consejo en Italia, o el banquero que funge de Presidente del Consejo de Ministros de Polonia y un par de neonazis que la UE no ve, no quiere ver, o simplemente es demasiado pusilánime para excluir del areópago democrático.
En medio de este mambo la Unión Europea se felicita públicamente de haber alcanzado un acuerdo unánime tras años de farragosas negociaciones: la imposición de un cable único para cargar los teléfonos celulares. He aquí la noticia:
“El Parlamento Europeo votó este martes 4 de octubre la legislación sobre el cargador universal para los aparatos electrónicos, el cable USB-C. Un avance para los consumidores y para el planeta”.
Entretanto, nos estamos quedando sin energía. La mitad de los reactores nucleares franceses están parados por falta de mantenimiento (privatizaron la empresa) y el gobierno recomienda no encender las luces. Para reparar tales engendros, y construir nuevas centrales nucleares, el gobierno adoptó una medida genial: renacionalizó la empresa.
Mientras tanto, los municipios apagan las luminarias de las calles hundiéndolas en una inquietante oscuridad. De ahora en adelante la calefacción de las casas estará limitada a 19°C y la empresa eléctrica está facultada –gracias al contador eléctrico inteligente Linksys– para apagar a distancia el chauffeau (calentador de agua) que permite lavarse el culo con agua caliente.
Llenar el estanque de tu automóvil comienza a crear inéditos problemas: hoy la gasolinera de Montereau-fault-Yonne –pueblo cercano a la aldea donde vivo– había limitado el dispendio a 25 litros por coche. Un privilegio: 30% de las gasolineras están cerradas por falta de suministro.
Tú, que eres un lince, conoces la famosísima Ley de la Oferta y la Demanda. Generar escasez induce aumentos de precio. Hay quien está haciendo fortunas con esta crisis. La inflación está disparada, y numerosas empresas, desde artesanos panaderos a la alta tecnología, consideran seriamente cerrar sus puertas porque no pueden pagar el precio de la energía.
Recuerdo las palabras de los enanos que nos gobiernan, hace un par de meses: “No necesitamos ni el gas ni el petróleo ruso”. ¿En serio? Nuestros ministros se arrastran ante gobiernos poco recomendables, implorando el suministro del gas y/o el petróleo que nos hacen falta.
Esto no ocurre en un oscuro país del Tercer Mundo sino en mi amada Francia, que hasta no hace mucho era la quinta potencia económica y financiera del planeta.
Desde la otra ribera del Atlántico, un Joe Biden senil, chocho, gagá, definitivamente desconectado de su única sinapsis neuronal activa, sonríe. El Protectorado, inminente colonia, obedece y se enorgullece de serlo.
El mundo… ¿el mundo? El mundo se va a las pailas…