Por Luis Casado
El lunes pasado, con los resultados de la payasada constitucional muy frescos, POLITIKA publicó un análisis de la votación obligatoria. Allí se deslizaron algunos errores debidos a la comprensible premura con la que Andrés Figueroa escribió su nota. Eso ocurre frecuentemente. Quienes publican saben que son gajes del oficio. Un lector minucioso, Sergio León, verifica todo y nos previene cada vez que detecta un disparate. Desde luego se lo agradecemos. En esta parida utilizaré los datos que Sergio nos hizo llegar.
Aquí entran los números, que, contrariamente a los mortales, no se quejan cuando les tuercen la nariz, o derechamente los violan para apuntalar opiniones discutibles. Comenzaré con un ejemplo foráneo que a mi juicio es muy ilustrativo: el de Francia.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 2017, Emmanuel Macron obtuvo 8.657.326 votos, o sea, según el ministerio del Interior, un 24,01%…
Ahora bien, un 24,01% ¿de qué?
47.582.183 ciudadanos estaban inscritos para votar en la primera vuelta de la elección presidencial. Tomando en consideración ese universo electoral (UE), Macron obtuvo apenas un 18,19% de respaldo. El 24,01% mencionado por el ministerio del Interior se refiere a la cantidad de votos válidamente emitidos, que fue de 36.054.394
11 millones 527 mil 789 electores se abstuvieron. A los que conviene agregar 659.997 votos blancos y 289.337 votos nulos. En total, quienes rechazaron pronunciarse por un candidato sumaron 12.477.123 sufragios, un 26,22% del universo electoral, cifra que puede ser comparada con el 18,19% que escogió a Macron.
En la segunda vuelta Macron enfrentó a Marine Le Pen, una neofascista de tipo Kast. Ya no se trataba de escoger, sino de eliminar. Le Pen fue eliminada.
En la elección presidencial del año 2022, había 48.747.876 inscritos en las listas electorales, de los cuales votaron 35.923.707… (más inscritos, pero menos votantes que en el 2017). Macron obtuvo 9.783.058 votos, o sea un 20,06% del UE. Una vez más la segunda vuelta enfrentó a Macron y Le Pen, y una vez más Le Pen fue eliminada.
Si los números tienen algún significado, esto muestra que el presidente de Francia nunca recibió más allá de un 20% de apoyo real, pese a lo cual impuso -sin voto en el Parlamento- una ley de Pensiones que rechaza entre el 70% y el 80% de la ciudadanía. Eso explica la profunda crisis que aun perdura, y la desafección de la que sufre Macron. Y las dudas que crecen en cuanto a la tan invocada “democracia”.
Veamos ahora los números de la payasada constitucional con voto obligatorio que le impusieron a Chile el domingo pasado, números que recojo de Sergio León.
Habilitados para votar el 07 de mayo de 2023: 14.959.945 electores (UE)
Votaron: 12.483.719 electores
Visiblemente, a pesar de las sanciones en que incurre quién rehusa votar, 2 millones 476 mil 226 electores no acudieron a las urnas.
Anularon su voto 2.119.488 electores lo que es una forma de rechazar la payasada constitucional. Votaron en blanco 568.490 electores.
La suma de las abstenciones, de los votos nulos y blancos, da 5.164.204 electores que estimaron oportuno hacerse a un lado de la pantomima. Es decir, un 34,52% del universo electoral, lo que objetivamente constituye la Primera Mayoría.
Los Republicanos neofascistas obtuvieron 3.468.115 votos, un 23,18% del UE.
La derecha tradicional, UDI-RN-Evopoli, obtuvo 2.063.892 votos, un 13,80% del UE.
La coalición de gobierno obtuvo 2.800.973 votos, un 18,72% del UE.
La centro-izquierda PPD-DC-PR, obtuvo 877.199 votos, un 5,86% del UE.
El partido de la gente obtuvo 537.067 votos, un 3,59% del UE.
Los cacareos de la prensa, la radio y la TV pasaron bajo el más sospechoso silencio a la Primera Mayoría, es decir a quienes no encontraron ninguna razón para entusiasmarse con lo que, a nuestro juicio, no es sino un intento de eliminar a la ciudadanía de las decisiones que le conciernen. La pantomima constitucional hace desaparecer al pueblo como si no existiese, y apuesta por dos especies ampliamente desacreditadas: los “expertos” y los “designados a dedo”. De ese modo la costra política parasitaria espera sobrevivir y seguir mangando hasta que ya no ardan las velas.
Si admitiésemos que quienes le votan a la progresía (frecuentemente veleta, oportunista e mobile qual piuma al vento) conservan algo de decencia y de apego a los valores democráticos… sumados a la Primera Mayoría harían un total potencial de 59,10% del universo electoral.
¿Qué victoria celebran los neofascistas? ¿Qué derrota lloran los secuaces del neoliberalismo disfrazados de progresistas?
Estos últimos se prestaron para elucubrar y poner en marcha la payasada constitucional, dándole las espaldas al pueblo que los llevó al gobierno: su fracaso no debe sorprender a nadie. Pensar que el pueblo es idiota es un craso error que le pueden dejar a la derecha ultramontana.
Los idiotas -si idiotas hay- obtuvieron 791.532 votos, -un 5,3% del UE-, y 2 pijoteros “consejeros constitucionales”, allí donde los vivarachos recibieron 583.616 votos, -un 3,90% del UE-, y 6 “consejeros constitucionales”… lo que muestra la excelencia del sistema electoral y la relatividad de los números. También muestra que André Thérive (1) tenía razón cuando afirmó: “La traición es una cuestión de fechas…”.
Algunos analistas internacionales, tan “expertos” como los miembros de la Comisión Experta, ofrecen sesudas explicaciones para ayudarte a comprender cómo los chilenos, que no hace mucho prometían ser la tumba del neoliberalismo, en solo tres años se pasaron a la ultraderecha neofascista.
Lo cierto es que la progresía obtuvo un gran triunfo: prolongar por un tiempo indeterminado la constitución de Pinochet-Lagos, esa que les ha permitido mangar con la excusa de ser una “izquierda responsable”, una “izquierda de gobierno”.
Pero, si miras bien, no se ha perdido nada. Queda una gran tarea por delante. Recuperar la confianza de esa enorme masa de ciudadanía que desconfía de la política porque la costra política parasitaria vendió hasta sus sueños.
El camino pasa por conquistar la voluntad y el apoyo de ese casi 60% de chilenos y chilenas que, cada cual a su modo, rechaza el neoliberalismo, el neofascismo, el pillaje y el saqueo de su territorio y de sus habitantes. Los líderes los proveerá, como siempre, el pueblo.
Comenzar será difícil y laborioso. Pero somos la inmensa mayoría.