Por André Jouffé
Todos los seres humanos tienen un lado B. El emperador Marco Aurelio apodado Caracalla. hizo que 33 millones de personas amanecieran con un nombre y se fueran a dormir con otro según se desprende: El infinito en un junco de Irene Vallejo,
Un buen día, el hombre, nacido en lo que hoy es la ciudad de Lyon, Francia, en el año 188 DC y asesinado en el 217, decidió que los habitantes de la región de su dominio fueran romanos; la gente dichosa de estar como “en Santiago” (me inspiro en la comedia de Daniel Barros Grez).
Todos capitalinos, felices pero sin leer, la letra chica: el cambio de nacionalidad implicaba también pagar los mismos impuestos que los antiguos y otros gravámenes para mantener las guerras. Pero sentémonos a creer en las buenas vibras de Caracalla.
Otro aspecto positivo para rescatar es que fomentó la escritura, quizás para que se diera a conocer mejor su obra.
El lado oscuro: asesinó a su hermano por el tema de la herencia, fue bastante déspota.
En esos tiempos el promedio de vida era de 30 años, pero el de Caracalla solo de 29. Pues en una campaña contra los partos (de ahí deriva el termino de dar a luz la perdió antes de lo previsto.
El Imperio parto, también conocido como Imperio arsácida, fue una de las principales potencias políticas y culturales iranias del antiguo Irán. Y practicaban el zoroastrismo, una religión babilónica) y, en provecho de una guerra civil, Marco Aurelio consiguió una victoria en este frente.
Caracalla fue asesinado en su marcha hacia la ciudad mesopotámica de Carrhae por el conspirador Julio Marcial (Iulius Martialis); pero el asesino no pudo huir ya que murió a su vez por el lanzamiento de una jabalina. Lo trágicómico es que el emperador feliz de la vida desaguaba frente a una cuneta durante una escala del viaje cuando le llegó la muerte.
Platón por su parte, seamos sinceros, era crítico a todo lo que n o naciera de su mente y despotricaba contra otros filósofos escritores en Grecia. Incluso recomendaba no leer poesía.
Aludo estos dos temas históricos relacionados con la lectura porque la letra chica ha existido siempre, salvo en las obras maestras.
Y porque en el debate del lunes, ni siquiera hubo paréntesis ni letra chica.
Ahora, estimados, lectores, no sea crean que aquellos entre Trump y Biden estaban a un mejor nivel, menos aun con Hillary Clinton hace cinco años.
La palabra debate es exposición, o sea teoría y defensa de la tesis. Luego rebatir con buenos argumentos. Ninguno de los cinco candidatos lo hizo.
Escudriñando monedas del reinado de Caracalla sólo me llamó la atención su semejanza del rostro de Gabriel Boric. Compruébelo usted mismo.
Por eso entre una franja política y este tipo de debate, muy lejanos a aquellos conducidos por Patricio Bañados en las postrimerías de la dictadura, hay escasa diferencia.
¿Qué relación tiene el prólogo de esta columna con el resto?
Lea, en estos tiempos aciagos y virulentos. Infórmese porque lo dijeron muchos autores, en el pasado está la base empírica de la vida.