Por Luis Casado
La pobreza se agrava en Francia, según el
barómetro anual del Socorro Popular
Corría el año 2017. Las primeras 500 fortunas de Francia poseían el 20% de la riqueza nacional.
No llores, no es para tanto: en este país da para más de una botella, incluso dos o tres, sin siquiera inquietarse de devolver el casco.
2017 fue el año en que una brusca caída de nivel, de envergadura y de decencia permitió la elección de Emmanuel Macron. Un verdadero recordman este Macron, ya verás.
El camino cuesta abajo había encontrado una pendiente abrupta en el año 2007, cuando llegó al Eliseo Nicolas Sarkozy, ex-presidente ahora condenado por corrupción, delito, en fin… pecadillo que en Chile llaman púdicamente ilícitos o en su defecto boludeces ideológicamente falsas.
A Sarkozy le sucedió el socialdemócrata Hollande, quién a su vez incubó un íncubo -Macron- que nos cogió -es el caso de decirlo- como si fuésemos un súcubo colectivo de 70 millones de ortos reunidos y disponibles…
De tal manera que los 500 oligarcas de los que te hablaba, siete años más tarde, en el 2023, poseían el 45% de la la riqueza nacional, esto es crecimiento mi alma, tu me fais tourner la tête como cantaba Edith Piaf.
Liure mercao que le llaman, liberalismo, iniciativa privada, creatividad, espíritu de empresa o bien crecimiento, -el bien nombrado-, más de 32% al año, hazme esa. Aquí en las Galias es llegar y llevar, la están dando, ¡agarra Aguirre!, más fácil adónde, maricón el último y toda esa suerte de cosas pero en francés.
Mientras se producía esa acumulación, se batían récords de distribución de dividendos: 63 mil millones de euros el año pasado, lo que es netamente superior a la media europea y mundial, sobrepasando incluso a los EEUU.
Paralelamente la deuda pública pasó del 64,5% del PIB en el 2007, a un 110,6% del PIB en el 2023.
Puede que la “ayuda” a la empresa privada tenga algo que ver en eso: Eric Coquerel, presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, afirma que cada año el Estado le transfiere 211 mil millones de euros a los sacrificados empresarios.
Si pensases que la riqueza privada aumenta escandalosamente mientras la nación toda se endeuda, úsease que la pobreza de los más hace la riqueza de los menos, no estarías muy lejos de la verdad. No escapa a tu sagacidad que si un puñado de oligarcas aumenta su parte de la torta en esa vasta proporción, contemporáneamente millones de pringaos ven disminuir la suya de manera acojonante.
Es lo que justifica el título de esta parida: El CVA. CVA es un eufónico acrónimo que en el ocurrente lenguaje de mis años mozos usábase para decir Y yo ¿Cómo Voy Ahí? ¿Cuánto voy a palpar? ¿Qué es lo que me toca?
Legítima inquietud que según los padres del invento está en los fundamentos mismos de la ciencia económica, mira ver.
El 9 de agosto pasado Jean-Hervé Lorenzi y Alain Villemeur, economistas ante el Eterno, se rajaron con una nota publicada en Le Monde (París) en la que anunciaron haber encontrado la piedra filosofal: cómo repartir el producto del trabajo entre los currantes y el capital para que todos seamos felices y comamos perdices. Su cuento, digno de Scheherazade, comienza así:
“En 1817, el economista inglés David Ricardo (1772-1823) había considerado que la repartición de los ingresos entre lucro y salarios era el principal problema de la economía política.”
Tengo para mí que el modo en que han cortado el queque durante siglos fue lo que llevó a Albert Camus a iniciar su libro El Mito de Sísifo con la breve y cáustica frase que conoces:
“Sólo hay una cuestión filosófica verdaderamente seria: el suicidio”.
Si Lorenzi y Villemeur hubiesen descubierto cómo cortar el bacalao para dejar a todo el mundo contento, se sabría.
Su pijotera teoría sería religiosamente enseñada en la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, cuyo cursus se inspira en el que Reinhard Höhn inventó en la pos guerra, contribuyendo así poderosamente a la formación de los cientos de miles de Vorarbeiter, Aufseher, Werkmeister o Rottenführer que operaron el milagro alemán.
Reinhard Höhn fue un jurista e historiador alemán, miembro del partido nazi y general SS. Durante los años 1930 colaboró estrechamente con Reinhard Heydrich en la Sicherheitsdienst, una suerte de DINA pero en serio. Muy en serio. Muy SS.
Al fin de la guerra Höhn se hizo invisible, y reapareció como Director de la Escuela de Negocios que fundó en 1956 en Bad Harzburg. Devino profesor de gestión de personal en la Akademie für Führungskräfte der Wirtschaft que capacitó 600.000 cuadros provenientes de 2.600 empresas alemanas.
Su éxito fue tal que el ejército de la RFA y los gobiernos regionales (Länder) enviaron sus funcionarios a aprender los métodos de gestión de la administración privada conocidos como “management por delegación de responsabilidad”.
En ese entonces las Escuelas de Comercio prácticamente no existían. De Reinhard Höhn en adelante fueron grito y plata hasta el día de hoy. En todo el mundo.
Los métodos de gestión de la mano de obra desarrollados por Höhn hicieron la fortuna de los empresarios yanquis y europeos, y la suya propia.
Entre las enseñanzas prodigadas por Höhn a la mano de obra se cuenta la capacidad de ser libres para obedecer (sic), la sumisión, la frugalidad y la aptitud a no romper cojones.
Francia siguió, como todos los países del Mundo Libre, el camino del progreso, la modernidad y la eficiencia. El general SS Reinhard Höhn -Gott schütze ihn- nos legó generosamente su insuperable ciencia.
Gracias a la cual, como te contaba, los 500 principales oligarcas galos se apoderaron del 45% de toda la riqueza nacional, mientras la deuda pública llegó al 110,6% y el déficit presupuestario anual alcanza la sólida cifra de un 5,6%.
Lo mismo ocurre de Nuyak a Berlín, de Buenos Aires a Bruselas, de Santiago a Jakarta. Luego, los enteraos se preguntan porqué, en todas partes, progresan la extrema derecha y el fascismo.
Visto que la derecha y la socialdemocracia gobiernan para el riquerío ¿qué quieres?
Razones todas por la cuales servidor sigue inquietándose por su pinche CVA…