Contrapunto, Aldous Huxley *

Por Fernando Curiqueo

Contrapunto fue publicada por primera vez en 1928. Aparece cuando había transcurrido poco más de una década desde el triunfo de la revolución en Rusia, y un año antes de que se produjera la Gran Depresión de 1929.

Contrapunto es una novela que exige una lectura pausada y atenta por las  reflexiones que Huxley va exponiendo a medida que avanza la trama sobre tópicos tan diversos como el arte, la educación, el amor, la preñez, la relación del ser humano con la naturaleza , etc. Contrapunto es una muestra  del ” pedigrí ” intelectual de Huxley.

Una novela, creo yo, además de entretener, tiene que ser fuente de conocimientos, oportunidad para contratastar puntos de vista propios con los que presenta el autor. Contrapunto -contada en tercera persona por un omnisciente narrador- satisface estas expectativas.

La novela comienza con un caso de doble triángulo amoroso. El primero se produce cuando Marjorie Carling estando casada con Carling, un alcohólico, comienza a tener una relación con Walter Bidlake, un tipo emocionalmente inestable y económicamente en apuros. Éste la convence para que abandone a su marido para irse a vivir con él. Como quien dice y como se verá, la hace saltar desde las llamas para caer en las brasas. La convivencia, luego de dos años juntos, ha comenzado a deteriorarse. La pareja está esperando un hijo. El segundo triángulo, ocurre cuando Walter a pesar de estar conviviendo con Marjorie y de que ésta está encinta, mantiene una nueva relación con una mujer llamada Lucy Tantamount.

Los comportamientos tanto de Marjorie como de Walter, tal como nos lo presenta Huxley en su novela, son más que verosímiles y dejan en evidencia la precariedad, en ese tiempo, de la situación de la mujer en la sociedad y dentro de la convivencia familiar. El relato muestra, sin asomo de denuncia política panfletaria, de qué modo factores económicos, educacionales, religiosos y culturales convergen para producir ese abusivo “status” de la mujer.  

El omnisciente narrador reflexiona sobre la preñez de Marjorie: “Dentro de seis meses nacería su bebé. Algo que había sido una simple célula, un grupo de células, una bolsa de tejido, una especie de gusano, un pez en potencia con sus agallas, se agitaba en su seno y vendría a ser un hombre con el tiempo: un hombre hecho que se daría al goce y al sufrimiento, al odio y al amor, al pensamiento, al recuerdo y a la imaginación. Y lo que había sido en su cuerpo una ampolla gelatinosa inventaría un dios y un culto; lo que había sido una especie de pez crearía, y, habiendo creado, se convertiría en un campo de batalla para la disputa entre el bien y el mal; lo que en ella había vivido oscuramente, como un gusano parasitario, contemplaría las estrellas, escucharía música, leería versos. Una cosa se convertiría en una persona; una minúscula masa de materia llegaría a ser un cuerpo humano, una mente humana. El portentoso proceso de la creación se desarrollaba en su interior”.

Acerca del arte: “… En la naturaleza existe siempre multitud de cosas extrañas mezcladas con la verdad esencial. Por eso el arte nos conmueve; precisamente por estar limpio de las impurezas de la vida real. Las orgías reales no son jamás tan excitantes como los libros pornográficos. En un volumen de Pierre Louys, todas las mujeres son jóvenes y de líneas perfectas; no existe hipo ni mal aliento, fatiga ni fastidio, recuerdos de facturas por pagar ni cartas comerciales por contestar que vengan a interrumpir el deliquio.  El arte nos da la sensación, la idea y el sentimiento absolutamente puros: químicamente puros, quiero decir, no moralmente”, le comenta a Walter Bidlake su cuñado Philip Quarles.  El alegato acerca del arte incluye un soneto de Shakespeare que vale la pena señalarlo:

No hay soles en los ojos de mi amada/ De alambre y de carbón son sus cabellos;/ No envidias al coral darán sus labios,/ Y es morena la nieve de sus pechos./ Hay rosas en colores, rojo y blanco,/ Mas ninguna florece en sus mejillas;/ Y exhalan más delicias los perfumes/ Que aromas de su aliento se destilan.

Los padres de Lucy Tantamount son Hilda Sutton, nacida en Canadá, y lord  Edward Tantamount. Se habían casado en 1898. Nuestro omnisciente narrador apunta: “Lucy había heredado todo el amor de su madre por el deliberado despropósito mundano, y con él un toque de la amplia curiosidad científica de su padre. Se complacía en hacer experimentos, no con ranas ni con conejillos de Indias, sino con seres humanos” .  Su principio era “Cuanto más locos somos, más nos divertimos”.

Los ancestros de lord Edward Tantamount habían hecho su fortuna con métodos , cuya descripción, en la novela, pareciera ser deudora de Karl Marx (proceso de acumulación originaria del capital); así como de la obra de Charles Dickens.  

El padre de Walter, John Bidlake, es un pintor ya anciano que un cuarto de siglo antes y durante algunos años, había sido el amante de Hilda Sutton. Nuestro omnisciente narrador destaca que ella ni durante ni después de esta relación “no perdió jamás la cabeza. Si hubiera perdido la cabeza, podía haber perdido también Tantamount  House, los millones de los Tantamount y el título de los Tantamount, y ella no tenía intención de perder estas cosas. De modo que la conservó, fría y deliberadamente, y la mantuvo firme y en alto, por encima de los arrebatos tumultuosos, como una roca sobre las olas”.

Lord Edward Tantamount había llegado a ser un investigador por descarte y pura casualidad, luego  de haber leído un artículo de Claude Bernard acerca de la función glicogénica del hígado. Honda impresión le produjo el siguiente párrafo en ese artículo: “El ser viviente no constituye una excepción a la gran armonía natural que hace que las cosas se adapten unas a otras; no rompe ninguna concordia: no está en pugna ni en contradicción con las fuerzas cósmicas generales. Lejos de esto, constituye un elemento del universal concierto de las cosas, y la vida del animal, por ejemplo, no es sino un fragmento de la vida total del Universo”. Ese artículo fue el que lo decidió a estudiar y graduarse. Cuarenta años habían transcurrido desde entonces.

Lord Edward Tantamount realiza sus investigaciones junto a Frank Illidge, su auxiliar, un tipo físicamente poco agraciado. Su origen social es modesto. Siente profunda animadversión hacia los que denomina mercaderes del arte y, especialmente, los ricos: “Illidge odiaba más a los ricos por sus virtudes que por sus vicios. La glotonería, la pereza, la sensualidad y todos los productos más desagradables del ocio y de una renta asegurada… se los podía disculpar por ser deshonrosos. Pero el desinterés, la espiritualidad, la incorruptibilidad, la finura de sentimientos y la exquisitez de gusto… estas eran generalmente consideradas como cualidades dignas de admiración: he ahí por qué él las detestaba tan particularmente. Pues estas virtudes eran, según Illidge, tan fatalmente el producto de la riqueza como la saciedad y el desayuno a las once”. (página105). Nuestro avezado narrador opina que Illidge es un comunista. El auxiliar de lord Edward Tantamount es uno de los principales personaje de la trama.

Everard Webley, es otro de los principales personajes en la trama de Contrapunto. Él es el fundador y jefe de la Hermandad de Ingleses Libres, una organización paramilitar ultraconservadora. Webley en un diálogo con lord Edward Tantamount  trata de convencerlo para que apoye su organización. Éste le retruca que no le interesa la política. Everard Webley insiste: “aunque no le interese a usted la política debe interesarle a usted su fortuna, su posición, el porvenir de su familia. No olvide que todo eso se derrumbará en la destrucción general”. El viejo lord: “A mí no me interesa el dinero”. Everard Webley:  “Pero si no es por usted, que sea por la civilización, por el progreso”… Lord Edward Tantamount: “Con su agricultura intensiva están ustedes exprimiendo simplemente el fósforo de la tierra. Más de la mitad del uno por ciento anual. Desaparece completamente de la circulación. Y luego ¡qué manera de despilfarrar cientos de miles de toneladas de anhídrido fosfórico por los albañales! Lo envían ustedes tranquilamente al mar. Y a esto llaman ustedes progreso. ¡Sus modernos sistemas de alcantarillado! Deberían ocuparse ustedes en devolverlo al lugar de donde viene: a la tierra”. Curioso e interesante, estos temas ya habían sido abordados por el joven Karl Marx cuando apenas tenía 26 años en sus Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, en los Grundrisse y por cierto en El Capital. Eso sí, sin el sesgo reaccionario con que los aborda Aldous Huxley en su Contrapunto.

En este diálogo de modo nítido aparece como telón de fondo el impacto que ha provocado en Europa la revolución en Rusia y  las negativas consecuencias de la industrialización, el explosivo crecimiento de las ciudades y los problemas en el campo.

Maurice Spandrell es otro de los personajes más importantes de la trama. Los capítulos del X al XII son especialmente interesantes porque develan rasgos de su personalidad  y de Lucy Tantamount, y la gran amistad que los ha unido desde mucho tiempo (habían tenido relaciones sexuales).

Spandrell devela su actitud hacia las mujeres. En una conversación explica de qué modo es posible engatusar a las mujeres para que finalmente se entreguen mansamente a lo que él eufemísticamente denomina”los excesos de la sensibilidad”.  A ellas, afirma, “se las puede conducir con toda ingenuidad al más pasmoso grado de depravación”.  

Spandrell opina de Frank Illidge que, a pesar de su humilde origen, es “asquerosamente burgués”. Una muestra del “asqueroso aburguesamiento” de Illidge, según Spandrell, es su preocupación por ayudar económicamente a su madre (sic). Le cuenta a Lucy que en una oportunidad Illdge  comenzó a hablar con él “del asesinato político y sus ventajas con la más asombrosa, serena y desprendida ferocidad científica”. Spandrell le cuenta a Lucy que aprovechó la oportunidad para advertirle a Illidge “le voy a tomar a usted la palabra y le voy a invitar a una cacería de hombres”. Y Spandrell, de paso, en esta conversación le confidencia a Lucy que piensa cobrarle la palabra a Illidge.

En el capítulo XVII, Huxley ahonda en la descripción de la personalidad de Spandrell. Dos asuntos destaca en este capítulo: la pereza y odio al trabajo que siente Spandrell y la actitud vengativa hacia su propia madre por haberse casado con un militar. “Desde el segundo matrimonio de su madre , Spandrell se había dado perversamente a hacer de las cosas lo peor, a escoger el peor camino, alentando deliberadamente sus peores tendencias. Distraía sus ocios interminables en el libertinaje. Se vengaba de ella, y también de sí mismo, por haber sido tan estúpidamente dichosa y buena. Así la vejaba a ella, se vejaba a sí mismo, vejaba a Dios”. Sobre la marcha nuestro narrador reflexiona sobre el libertinaje y los libertinos: “El hombre que ha adquirido el hábito de las mujeres o de la ginebra, del opio o de la flagelación, halla tan difícil pasarse sin su vicio como vivir sin pan ni agua, aun cuando la práctica misma del vicio haya llegado a ser, en sí, tan poco excitante como comer una corteza de pan o beber un trago del grifo de la cocina. El hábito resulta tan fatal para el sentido de la ejecución del mal como para el disfrute activo. Al cabo de algunos años, el judío escéptico o converso, el indostánico occidentalizado pueden comer su carne de puerco o de vaca con una serenidad espiritual que a sus hermanos todavía creyentes les parece brutalmente cínica. Lo mismo ocurre con el libertino habitual”.

Elinor, hermana de Walter Bidlake, es la esposa del novelista Philip Quarles. Luego de haber estado algunos meses en India, han regresado a Inglaterra. Ella es “encantadora, aunque no precisamente una Hypatia”, opina de ella una dama que la conoce desde pequeña. En la trama Elinor adquiere cierta relevancia porque Everard Webley, el jefe del grupo paramilitar corteja a Elinor, lo que la halaga y la pone duditativa de corresponderle o no. El climax en la trama se producirá a partir de una cita que Evererd Webley y Elinor han acordado tener.

Finalmente, me atrevo a hacer la siguiente afirmación: La novela trata de un miniuniverso de personajes para quienes, salvo algunas pocas excepciones, el mundo exterior apenas es un dato y un espacio físico para desplazarse. He aquí, en mi opinión, el más importante contrapunto (entendido como contraste entre dos cosas simultáneas): un heterogéneo grupo social ajeno (indiferente) a lo que sucede fuera del ámbito (pecera) en que se desenvuelven sus vidas, algunas de ellas anodinas.

* Mi intención fue elaborar este artículo con motivo del aniversario del nacimiento de Aldous Huxley (26 de julio de 1894), pero no pude por un problema a la vista que me lo impidió. Más vale tarde que nunca.

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