Por André Jouffé
En medio de la emisión de bonos, préstamos y retorno a las AFPO de los bonos soberanos, pocos han clavado la vista en el enorme aumento de nuestra deuda externa.
Según el Banco Central, informe del cuatro trimestre 2020, la deuda externa aumentó hasta ubicarse en US$208.981 millones, impulsada por la emisión de bonos de las Empresas y el Gobierno y la revalorización de los títulos de deuda. Con respecto a la deuda externa residual, cuyos pagos están programados para los próximos doce meses, ésta se ubicó en 20,4% del PIB, y corresponde, principalmente, a Empresas y Otras Sociedades Financieras de inversión extranjera directa (IED).
La misma fuente señala que en el año 2019 alcanzaba los US$15.816.
En otras palabras se ha multiplicado por trece.
No analizaremos las causas, la mayoría comprensible debido a la pandemia.
El tema principal que la baraja de candidatos no muestra rostro ni equipo alguno de rebajar aunque sea el 20 por ciento esa deuda con un panorama que nos lleva a pensar en que habrá 70 mil fallecidos antes de fin de año, según el doctor Ricardo Baeza-Yates.
Siendo México el país más endeuda del mundo con el FBI, al contrario Taiwán es la única nación con cero deuda externa.
En 2019 la deuda pública en Chile fue de 70.353 millones de euros o sea 78.761 millones de dólares creció 5.846 millones desde 2018 cuando fue de 64.507 millones de euros 76.183 millones de dólares.
En un punto en esta breve columna, hay que dar un toque de sinceridad, parte de esa deuda del 2019, es rezago de la administración Bachelet, que también picó del FMI una millonada.
A diferencia de Argentina, Chile tiene antecedentes de buen pagador.
Pero estas cifras superan el nivel histórico nacional y Dios quiera que los chinos no inventen un sustituto del cobre-en eso están-, para cumplir por lo menos en forma decente con los intereses.