Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
Gran impacto ha causado en el mundo el surgimiento de la variante Ómicron del virus de la Covid19. Por supuesto, no soy un especialista en el tema pero me llama la atención que no haya aparecido ningún científico afirmando que esta cepa sea más contagiosa o letal que las anteriores. Al contrario, todas las opiniones de voces autorizadas hasta ahora –incluyendo a la OMS- apuntan a que es más leve y menos mortífera.
Siendo un lego en la materia, me huele a que sea esta una nueva táctica de los malditos laboratorios farmacéuticos transnacionales para hacer negocios con la salud de las personas. La reacción de los países occidentales ha sido cerrarse a África –donde apareció la cepa por primera vez- sin justificación alguna, incrementando con ello el aislamiento del continente y profundizando la crisis de salud que emana de que sólo el 7% de su población ha podido ser vacunada contra el Covid19. Tal vez nunca antes se había hecho tan evidente la marginación y la segregación estructural que vive el planeta.
Ante el llamado de alerta hecho por la OMS, la única respuesta positiva ha sido la de la República Popular China. El presidente Xi Jinping, ha reiterado que para su país la cooperación solidaria con África deviene una prioridad, por lo que ha anunciado que incrementarán los proyectos de desarrollo conjuntos en esferas como salud, inversiones, fomento agrícola, reducción de pobreza y otros. Así mismo, hizo público que China donará 1.000 millones de dosis adicionales de vacunas contra la Covid-19.
De la misma manera se pondrán en marcha diez programas sanitarios y se desplegarán 1.500 médicos y trabajadores del sector para mejorar la atención en salud. A ello hay que agregar la realización de diez proyectos de desarrollo agrícola y el envío de 500 expertos en esta materia, lo cual redundará indudablemente -en pocos años- en la reducción de la pobreza.
En comparación, la “cooperación” de Estados Unidos con África ha puesto énfasis en la instalación y funcionamiento de 29 bases militares en 15 países del continente, a las que habría que sumar las que posee Francia en 10 países.
De igual forma, para sustentar su presencia militar en el continente, en 2007 Estados Unidos creó un nuevo comando denominado Africom que fusionó los componentes africanos de Centcom y PACOM, es decir su preocupación prioritaria es avanzar hacia la sofisticación de su dispositivo militar (y por consiguiente el de la OTAN) para el control y dominio de África.
Para aquellos que se sorprenden por la magnitud de la cooperación de China con África es bueno recordar que sus vínculos se remontan a la Conferencia de Bandung en 1955 cuando China manifestó su apoyo a la causa de la lucha anticolonial: Vale decir que ese año sólo cinco países africanos eran independientes mientras que unos años antes, cuando se creó la ONU en 1945, sólo tres lo eran.
El discurso del primer ministro chino Zhou Enlai de solidaridad, unidad y apoyo a África fue respondido de inmediato por el líder egipcio, árabe y africano Gamal Abdel Nasser quien encomió la voluntad de China dando inicio de esa manera una era de amistad y cooperación. En palabras de Zhou, la propuesta china fue la de “apoyar a otros sin esperar que otros nos apoyen”
En la década de los 60 del siglo pasado los pueblos africanos comenzaron a independizarse y tener un asiento en el seno de la ONU constituyendo un fuerte bloque a favor de que la República Popular China ocupará el espacio que le correspondía en la organización internacional. Cuando finalmente eso se logró en 1971, el presidente Mao dijo: “Entramos a la ONU de la mano de África” Al observar entonces estos grandes niveles de cooperación actual, habría que decir como usualmente lo hacía el Comandante Chávez, que: “amor con amor se paga”.