Chile:Salvador Allende. Traiciones y victorias del pueblo

Por Tony López R.

A 48 años del cruento golpe de Estado contra el gobierno constitucional y democrático del valeroso presidente Salvador Allende Gossen, los pueblos no olvidan y el pueblo chileno acudió el 11 de septiembre, como lo hace todos los años, a la tumba del heroico presidente socialista.

Desafiando y enfrentando la represión del criminal cuerpo de Carabineros, los que, a pesar de ser un acto pacífico y luctuoso, fueron atacados brutalmente por el gobierno de Piñera, que cínicamente se auto titula democrático y defensor de los derechos humanos.  La oligarquía chilena, a casi medio siglo de su asesinato aún le temen a Salvador Allende, él y su pensamiento socialista aún convoca a su pueblo y eso es lo que la derecha y los terroristas carabineros quisieron silenciar.  

Desde muy joven Salvador Allende se vinculó a la política dentro del Partido Socialista Chileno y las ideas de sus precursores, especialmente de Rosa de Luxemburgo. Hablo del verdadero socialismo, no el que muchos años después, en algunas partes, pero especialmente, en Chile fue absolutamente deshonrado por Ricardo Lago y Michel Bachelet, que lo traicionaron cuando presidieron el gobierno de la llamada Concertación. 

Como muy bien lo calificó en 1926, A.Gramsci: “La socialdemocracia, si bien tiene aún su base social, en gran parte, en el proletariado, por lo que respecta a su ideología y la función política que cumple debe considerarse no como ala derecha del movimiento obrero, sino como un ala izquierda de la burguesía y como tal debe ser desenmascarada”. Ahí tienen clásico retrato de Lagos y Bachelet.

En 1964 siendo senador, Allende aspiró a la presidencia y aunque no obtuvo la victoria, su contrincante y ganador fue el dirigente Demócrata Cristiano, Eduardo Frei Montalva, cuyo triunfo produjo varios tsunamis políticos en Chile, entre otro el desprendimiento de un sector del PDC y la creación del MAPU, y la radicalización de un importante sector del Partido Radical.  

El presidente electo y en clara crítica a la Revolución Cubana, levantó la consigna de que en Chile y su gobierno haría una Revolución en Libertad. En realidad, muy lejos de la libertad fue lo que sucedió en el periodo de 1964 al 70, tal fue su mal gobierno, que fue el pueblo chileno, el que unitariamente le dio el triunfo al socialista presidente Salvador Allende.

La radicalización política en Chile, bajo la llamada Revolución en Libertad, amplio las diferencia y surgieron organizaciones revolucionarias, como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), liderada por el prestigioso joven Miguel Enríquez, e integraban su dirección Luciano Cruz, Bautista van Shouwen, Andrés Pascal Allende, Nelson Gutiérrez y Víctor Toro.  

Organización que consideraba que, en la coyuntura política de los años 68, 69 y 70 en respuesta a la injusticia social y gran represión del régimen de Frei, la opción no era electoral sino armada. Valoraban que la penetración estadounidense en la política de su país, con influencia en las Fuerzas Armadas y de Carabineros, no existía la posibilidad que se le diera a la izquierda la posibilidad de llevar adelante sus propuestas políticas. 

Todo este escenario y las fuertes confrontaciones interna, incluida la de los partidos de centro-derecha, hubo algunos que se movieron hacia la izquierda, fue tal ese movimiento que explica la unidad de esas fuerzas y el surgimiento y triunfo de la Unidad Popular y de Salvador Allende a la presidencia, quien sí era un absoluto convencido de que la vía electoral, era posible y que podía realmente ejecutar un proyecto político y económico social y justo. Lamentablemente ese principio fue objeto de grandes traiciones, que aún hoy estamos apreciando.  

Conocido el programa y las leyes de carácter popular y beneficioso para los sectores vulnerables y el fortalecimiento de ese proyecto socialista y revolucionario. Para Estados Unidos eran inaceptables dos procesos revolucionarios en América Latina, los de Cuba y Chile. Henry Kissinger, Secretario de Estado en el gobierno de Nixon, fue el    ideólogo y ejecutor del golpe de Estado, apoyado con las grandes empresas transnacionales ubicadas en Chile comenzaron a trabajar con los partidos de derecha y dentro de las Fuerzas militares, para la ejecución del criminal Golpe de Estado, consumado el 11 de septiembre de 1973.

En los 17 años de duración de la cruel y asesina dictadura de Augusto Pinochet, el pueblo chileno ha pagado muy caro aquella llamada de Frei de Revolución en Libertad. Ese fue el inicio de esa barbarie y la continuación de ella, cuando después de la salida del criminal dictador, se realizó el plebiscito que si bien fue ganado, no fue para favorecer al pueblo chileno, no, fue la continuidad con el disfraz de democráticos y libertarios.

El poder pasó a mano de los mismos golpistas, cuando se eligió a Patricio Aylwin presidente de Chile y la derechista Democracia Cristiana, retomó el poder. Sin embargo hay que saber que fue Aylwin el promotor y organizador del paro de los camioneros para provocar descontento contra el gobierno de la Unidad Popular, en junio del 73, coincidente con  el “tanquetazo” el 29 de junio  dirigido por el  coronel Roberto Souper, que movilizó varios tanques de Guerra contra el Palacio de la Moneda, acción  derrotada por el honorable y leal general Carlos Prats, quien comandando tropas y en pocas horas  abortó el plan golpista.

Teniendo como antecedentes toda esta muy resumida historia, debo señalar que el gobierno actual de Chile, recrudeció sus políticas derechistas internas y de entrega en política exterior a Estados Unidos. 

Luego de un poco más de setenta días de protestas, en el año 2019 contra el gobierno de Sebastián Piñera, que dejó medio centenar de muertos, centenares de mutilados, entre ellos unos trescientos jóvenes, que perdieron su visión, porque Carabinero recibió la orden de disparar a la cara con sus perdigones y miles de presos y un presidente que hace el ridículo mundial.

En política exterior, Chile ha dejado claro que su política está dictada desde Washington, la ausencia de Chile, en la recién concluida cumbre de la CELAC, es una reafirmación de su subordinación al Departamento de Estado, que se había puesto de manifiesto ya en el 2017, cuando su canciller Heraldo Muñoz, fue uno de los más entusiastas auspiciadores del lúgubre y ya fenecido Grupo de Lima, que  el Secretario General de la OEA Luis Almagro, conformó para promover la intervención militar en Venezuela.

Ese gran compromiso se apreció cuando en febrero del 2019, el presidente Sebastián Piñera, acompañando al presidente del régimen dictatorial de Colombia, Iván Duque, participó junto al payaso y autoproclamado presidente interino de Venezuela Juan Guaidó, en la gran provocación que, orientada por el Departamento de Estado, y organizado por el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, se desarrolló  en el fronterizo municipio de Cúcuta, de Colombia con Venezuela.

Debe saberse que esa ilegal acción se realizó violando las leyes internacionales, mediante la violencia ingresaron por la frontera dos grandes vehículos acompañados de paramilitares y miembros de la fuerza pública colombiana que provocaron varios muertos y heridos de la fuerzas de la Guardia Nacional Bolivariana.

Fracasada esta operación, en Chile algunos medios de prensa criticaron fuertemente al presidente Piñera y esta misma prensa dio a conocer que el entonces canciller Roberto Ampuero, convenció al presidente de asistir a ese Show provocador montado en Colombia. 

Roberto Ampuero, hoy embajador de Chile en España, fue cesado en su cargo de canciller, según medios de prensa chilenos, por el escándalo político de lo sucedido en Cúcuta. Ampuero tiene una muy larga historia de traiciones. Una historia que relataré en artículo aparte, porque debe ser desenmascarado por sus pérfidas y grandes mentiras sobre Cuba y la Revolución Cubana, narradas en un libro que él tituló “Mis años Verde Olivo”. 

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