Chile y Kenia, los absurdos uniformes y los falsos datos de la pandemia

Por André Jouffé

En “Sobre la belleza” de Zadie Smith la novela, plantea el enfrentamiento entre dos académicos en materia de arte. El menos conocido escribe una carta en la cual critica la forma como se explaya sobre un autorretrato de Rembrandt. El aludido responde que si se hubiese fijado bien, su comentario versaba sobre un Rembrand colgado en La Haya y no en el de Munich vapuleado por su colega.

Este tipo de malentendidos sutiles suelen adquirir ribetes dramáticos cuando se trata de temas similares pero mal llevados.

Los escolares durante el año 2020, no solo en Chile sino que en todo el mundo manifestaron una tendencia al crecimiento horizontal en desmedro del vertical.

O sea, hay un problema de obesidad de arrastre que la pandemia potenció, especialmente en un país en el cual la palabra adiposo está vigente y provoca agudos problemas al área de salud.

Los escolares alcanzaron a usar como mucho, tres semanas los flamantes uniformes, zapatos y zapatillas nuevas incluidos, que con el sudor de su frente, adquirieron sus apoderados..

El uniforme en general, desde el punto de vista social, es común en países de grandes desigualdades económicas y donde nos lucimos como bollantes y evitaría la competencia de vestuario en las diferentes clases económicas.

Heredera de la costumbre victoriana en el miserable país llamado Kenia (uso el adjetivo para referirme a su pobres y esforzados habitantes), cada escuela pública exige un uniforme diferente. No me puedo imaginar cuantas comidas han de omitir para sumar  el dinero y confeccionar en casa la tela adquirida para estos uniformes. En Mombassa me tocó ver no menos de nueve uniformes escolares distintos que cubrían los cuerpos morenos muertos de hambre o mal alimentados de los niños y adolescentes.

En Chile, la burla está a la vista. En la mayoría de los colegios municipalizados se duda si quizás los dejan asistir a las escasas clases presenciales en perspectiva por lo menos hasta julio, en jean o pantalón de calle. Pero para las niñas rige la blusa y jumper y para todos, la corbata.

Salvo que existan  hermanos menores, el uniforme adquirido en el 2020 no tiene utilidad alguna puesto que, básicamente en la adolescencia interviene el estirón, el crecimiento mayor en los jóvenes.

En medio de la pandemia, redoblar esfuerzos en pensar como vestir a los alumnos que a lo sumo asistirían dos veces a la semana a clases como promedio, es ridículo. Lo principal es como pasar la materia en forma más eficaz, no sumar la exclusión de ramos y, lo más importante, abastecer de internet a una gran proporción del alumnado que carece de medios como realizar sus tareas y seguir las clases virtuales. 

Son éstos los que obtuvieron las peores calificaciones durante el año que pasó.

Estamos a un mes del inicio del año escolar y nada está claro. Pero hasta ahora no hemos escuchado una palabra relativa a como será el manejo  en la comunicación virtual entre pupilo y maestro.

Cierro con una situación que me consta:las peores notas en dos establecimientos de la comuna de la Reina fueron justamente la de aquellos niños sin acceso a la red.

Chile, país ciego: estamos haciendo las cosas bien, mejor que casi todo el mundo en lo relativo a la pandermia. Y hoy viernes 28 se da a conocer un informe delLowy Institute la OMS en que aparecemos entre las diez naciones que peor han manejado la pandemia. Incluso de los vilimpendiados por la prensa derechista, Cuba y Venezuela.

Solo superamos a Ucrania, Oman, Panama Bolivia, Estados Unidos,Irán, Colombia, México y Perú. 

En la larga y angosta faja se opera así: “entregamos cifras muy bajas de contagios; la gente se descuida; anunciamos altas, quedamos mal ante el mundo”. Se opta por el término medio: la mentira

Como decía expresidente  suicida Alan Garcia del Peru,”Llegamos a estar bien de lo mal que estamos”

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