Casi Van Gogh al salon oval

Por André Jouffé

Cuando Thomas Mathhew Crooks de 20 años disparó contra Donald Trump lo hizo sin imaginar que con su intento de asesinato iba a colocar en forma casi automática a Donald Trump en la Casa Blanca.

Con un Joe Biden desmemoriado e inestable ya tenía bastantes argumentos para ganar las elecciones de noviembre; con este capítulo que desgraciadamente se llevó la vida de un participante en Pensilvania, alcanzado por uno de los proyectiles de Mathew, debe de tener muy satisfecho al empresario aunque le falte un pedazo de oreja.

El padre del asesino que fue abatido en el acto, asume ignorar las razones que motivaron al joven ejecutar su acto, ni republicano ni con antecedentes penales profitó de la ley que permite el uso de armas de fuego vigente en los Estados Unidos.

Marcelo Bielsa un hombre de izquierda, según quedo demostrado por su simpatía hacia Michelle Bachelet y su negativa a estrechar la mano de Sebastián Piñera, había denunciado el día antes que Estados Unidos no era un país seguro. Lo hizo, como es sabido, por los ataques perpetuados por hinchas colombianos en contra de los uruguayos presentes en el partido entre ambos países. 

Los jugadores charrúas salieron en defensa de sus familiares en la tribuna  Y Bielsa los defendió a rajatabla.

Leonel Scaloni entrenador argentino y Diva Martínez, respaldaron a Bielsa como asimismo el DT canadiense.

Según un experto del FBI una ráfaga de viento desvió el tiro dirigido a la frente de Trump.

El acontecimiento demuestra que el defensor de occidente es vulnerable. En sesenta años tres presidentes han sido víctimas de atentados, uno con muerte y dos heridos (no hay que olvidar el atentado a Ronald Reagan).

Fue una gran coincidencia que el atentado ocurriese al día siguiente de los reparos del entrenador argentino a la seguridad norteamericana.

Sin embargo para pesar de la mayoría del mundo, aseguró el sillón para otra persona con  problemas mentales peores que las de Joel Biden. 

Las pretensiones de levantar a última hora la candidatura de Michelle Obama constituye una utopía, un pretendiente a la Casa Blanca comienza su trayecto apenas asume el antecesor.

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