Breaking bad y discapacitados chilenos

Por André Jouffé

Con la película “El Camino”, cierra la serie que fascinó a Stephen King y no es por nada pues hay guiños del creador, guionista y director ocasional, Vince Gilligan hacia su persona cuando en los escaparates de un living aparecen lomos con título de obras del escritor.

Roy Frank MJ Mitte, actor del reparto, sufre de una leve parálisis cerebral. En su caso, es una excepción que haya podido participar en “Breaking Bad” y además en varias películas y series como “Hannah Montana”.

Tal como el danés Lars von Triers integra a niños y jóvenes down, en Brasil está en pantalla una serie con una enana.

El problema, salvo excepciones, como la del norteamericano Daniel Woodblum (sufre de enanismo y actuó en “Con solo mirante” dirigida por Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez) es que su campo es restringido. No solo por un tema físico y/o mental; sino por el fenómeno “dejavu”. A menos que encarne a un Tatoo (Hervé Villechaze), como el actor que gritaba ¡El avión! en “La isla de la fantasía”, parado al lado de Ricardo Montalbán,  para el espectador se trata de una persona incorporada al elenco precisamente por ser distinta. Y esto, desgraciadamente, pesa más que sus dotes histriónicas que están dadas por su naturaleza.

Son, como me lo dijo en una oportunidad Pino Solanas, director argentino, fáciles de dirigir igual que los niños pues no pretenden actuar; en su mayoría acatan instrucciones.

Y el drama se agudiza: reciben un “cachet” inferior al resto.

Llevado este tema al plano laboral chileno, el discapacitado simplemente está “cocinado”.

Me ha tocado en lo personal, que una hija registra un 35 por ciento de discapacidad y lo que más le sirve es la Cruz de Malta. Ninguna de las ofertas laborales supera los 400 mil pesos.

Las grandes empresas extienden una parrilla de empleos de acuerdo a las limitaciones del trabajador y ninguna de acuerdo, salvo excepciones, a las capacidades aprendidas o ejercidas durante su existencia.

Queda al descubierto que la legislación actúa en forma cruel y despiadada pues ofrece opciones irrisorias.

Lo ruin, consiste en que si una persona renuncia a su trabajo para acogerse a los presuntos beneficios de la discapacidad, pierde pan y pedazo; la ocupación estable y el futuro laboral.

Esta es nuestra realidad chilena, adportas de una cumbre dispuesta a mostrar al mundo un Chile indigno de pertenecer a la OECD.

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