Por André Jouffé
Han pasado cincuenta años desde el comienzo del gobierno de la Unidad Popular y los efectos de la propaganda fascista de la dictadura aun surten efecto en parte de la ciudadanía.
Tratándose del conglomerado empresarial, el rechazo no debería de haber superado el 7 por ciento; sin embargo sectores de la clase media-residual-, tuvo argumentos para marcar por la minoría.
Varias personas, cuyo destino de la papeleta sabía de antemano, me comentaron sin ambages sus temores. Escuché respuestas tan absurdas como: “Mi hijo tiene una casa en Algarrobo y arrienda otro en la avenida Irarrázaval. Si tenemos a los comunistas en el poder, se las expropiarán para entregarlas a otras familias.
Otro, definitivamente marcó rechazo por temor a Daniel Jadue, identificando el apruebo completamente con su persona.
Lo más lamentable del caso, es el convencimiento de estos electores es que votar por el apruebo constituía el comienzo del fin, el giro hacia un gobierno como el venezolano. Lo hicieron con el mismo temor que les inspiraba la Unidad Popular y faltó poco para que se escuchara del comunismo que arrebata a los hijos del hogar o que impone un régimen totalitario.
En ese aspecto las redes sociales tuvieron un público cautivo en cuanto a lo conservador o paranoico. Y más de lo que la gente imagina.
Naturalmente aparecieron los habituales grupos neonazis y los jubilados de Patria y Libertad para ofrecerse como brazos armados de una “liberación nacional”,
Algunos más osados, decidieron por la Convención Constitucional por temor a quienes iban a confirmar la Mixta.
En ése aspecto caben dudas pues nadie ha clarificado como operará el siguiente proceso.
Sin embargo por sobretodo, tanto ganadores como perdedores fueron a votar en masa porque no había un perfil individual, en otras palabras rostros de políticos gastados, con cartel de corruptos y oportunistas. Las mismas franjas publicitarias evocaban una falta de imaginación y parecían dirigidas a un público del siglo pasado.
Los que esperan que la suma pandemia y apruebo, calmarán las aguas en materia de manifestaciones, ya se capta lo contrario.
Las demandas persisten con todo justicia, aun cuando José de Sousa Saramago sostenía que el pueblo en general ignora los derechos que tiene.
Esta semana es la de todos somos ganadores; en la suma y resta los que votaron por él apruebo por conveniencia política en la derecha, pronto apreciarán que el aprovechamiento circunstancial es captado con la velocidad de un relámpago hasta el más ferviente “apolítico”, individuo tan común en nuestra sociedad.
La gran derrotada es la clase política al imponerse en el plebiscito la fuerza que la ignora, que la desecha, que no anhela su permanencia.