Por Luis Casado
Advertencia para los lectores foráneos: “a la chilena” quiere decir ‘en nuestro estilo’, chilean way. O bien ‘nunca tanto’. O ‘como si uno quisiera sin querer queriendo’. O dicho en forma picante, atrevida y licenciosa… ‘la puntita no más m’hijita’, disfrazando las intenciones: ‘no es lo que crees, ¡pero te la introduzco igual!’
Lo jueces hispanos se perderían en esta suerte de negación afirmativa, o de afirmación negativa, ellos que deben tomar cuenta la ley Solo sí es sí, que determina taxativamente que sin el acuerdo manifiesto de la Venus que te quieres garchar… no hay tutía. Dígolo sabiendo que entre los carcamales que fungen de jueces en Expaña, alguno le preguntó a una chica violada porqué no había apretado bien las piernas. Textualmente. Una forma de sugerir que la responsabilidad de la violación recae en la víctima.
En Santiago, lo que hay de gobierno se auto-felicitó de la aprobación de una ley que reduce la jornada de trabajo a 40 horas semanales. ¿En serio? Chile redujo el tiempo legal de trabajo semanal a 40 horas, en el año de gracia de 2023.
Lo que Francia hizo en 1936 gracias a un gobierno popular. Hoy por hoy, desde el año 2000, los trabajadores galos disponen de una semana laboral de 35 horas.
Cada vez que se trató de reducir la jornada laboral los capitalistas alegaron que eso llevaría a un desastre económico y moral. Las 35 horas en Francia inspiraron declaraciones caricaturales de la parte de las organizaciones empresariales: “¡Francia se hundirá!” “¡Acabo de mundo!”
El tema viene de atrás… En su libro “Vigencia del Socialismo – Y Marx tenía razón” (Segunda Edición – Nov. 2022, Pag. 157) Edgardo Condeza y Ana Dall’Orso citan un ejemplo luminoso:
“En el Capítulo VIII del Capital, Marx describe la lucha de los trabajadores por disminuir las jornadas de trabajo extenuantes, y menciona que cada vez que ellos lograban un pequeño avance en la legislación laboral, se levantaba la voz amenazante de los capitales. Un ejemplo: la situación de los fabricantes de seda que ocupaban niños en sus fábricas con el pretexto de que “la delicadeza del tejido exigía una suavidad de dedos que sólo podía conseguirse entrando en la fábrica en edad muy temprana” y que ante el intento de disminuir las jornadas de los niños y prohibir el trabajo de los menores de 11 años, “en 1833 habían vociferado amenazadoramente que “si se les arrebataba la libertad de hacer trabajar a los niños de cualquier edad durante 10 horas diarias, cerrarían sus fábricas””.
Paul Lafargue, yerno de Marx, publicó su ensayo El derecho a la pereza en 1880… El derecho a la pereza, o sea el derecho a hacer lo que te salga de los cojones, cantar, pasear, amar, jugar con tus hijos, conversar con tus amigos, ayudar a los vecinos, visitar a tus padres, leer, escribir, jugar a la pelota, dormir, regar las flores, cultivar tu jardín de Epicuro… Dicho en castellano castizo, el derecho a VIVIR.
¿Quién inventó la cultura del trabajo? Un listillo que hacía trabajar al prójimo para acumular lucro.
Como te decía, Chile aprobó la semana laboral de 40 horas, con algún retraso de siglos, pero la aprobó. ¿Espera Boric el reconocimiento de la Humanidad, algún monumento, un busto, una mención en wikipedia, cualquier boludez de ese tipo?
Porque, como quedó dicho, las 40 horas son a la chilena, mira ver:
“De acuerdo con las proyecciones del Gobierno, se espera que la iniciativa de ley beneficie a un grupo de trabajadores cercano a los 4 millones de personas. Se propone un plazo de 5 años a partir de la publicación en el Diario Oficial. La reducción sería de 45 a 44 horas al primer año, a 42 horas a partir del tercer año, para alcanzar las 40 horas en 5 años. El proyecto fue promulgado este viernes, en la cita el Presidente Boric mencionó que era un día histórico.”
El pueblo te llama Gabriel quiso decir un día retórico: las 40 horas semanales serán efectivas, -según se considere el año de publicación de la ley-, allá por el 2028 o en su defecto el 2029. Algo me dice que a Boric podríamos aplicarle la ley española del Sólo sí es sí… No solo a Boric, desde luego. En Francia, Macron no se demoró ni 24 horas en promulgar la ley que prolonga la vida laboral hasta los 64 años. Con la diferencia que su entrada en vigor es inmediata. En Septiembre, quienes debían jubilar, seguirán trabajando dos años más.
Ni Boric ni Macron entienden que sin el consentimiento de sus pueblos lo que ordenan o hacen aprobar por medios más que discutibles es violar un principio fundamental de la democracia: el que exige que las leyes comunes sean aprobadas por la mayoría de los ciudadanos y/o de sus representantes libremente elegidos.
En ambos casos se mantiene a la ciudadanía fuera de los ámbitos de estudio, análisis, negociación, redacción de las leyes y de su aprobación.
Las mentadas “40 horas” a la chilena son una suerte de chanza, de tomada de pelo, de beneficio en cámara lenta, de acercamiento a la modernidad laboral a paso de tortuga… Lo que revela una notoria ausencia de convicciones, de autoridad y de determinación.
Mis amigos brasileños a este método le llaman “Para inglês ver”. Para que lo vea el inglés, o sea “para efeito de aparência, sem validez nenhuma”. Yo agrego, porque tudo isso é brincadeira…cortina de fumaça…
En Francia -que no se hundió cuando se aprobó la semana laboral de 35 horas con aplicación inmediata, a pesar de la alharaca patronal- se suele decir: la inflación sube en el ascensor, y los salarios por la escalera…