Juan Pablo Cárdenas S. | Lunes 1 de julio 2024.
Tan difícil como encontrar una aguja en un pajar parece la posibilidad de señalar a un político que no practique una doble moral. Duele reconocerlo, pero en todos los países del mundo los gobernantes, legisladores y altos dirigentes más bien actúan conforme a sus intereses, más que en razón a sus convicciones. En doble moral viven derechistas e izquierdistas y, en este caso, también los que se proclaman de centro, quienes de por sí viven en un pavoroso zigzagueo ideológico. Incluso, además, los que se ufanan de ser apolíticos, sin darse cuenta que el eclecticismo suele rendirle tributo, justamente, a la doble moral.
Hoy en Chile la inconsecuencia es uno de los reproches cruzados más corrientes entre oficialistas y opositores. Como si la historia de pronto se nos hubiera borrado de nuestras conciencias, al grado que la condición de “demócrata” se la arrogan tanto los golpistas del año 73, como lo que fueron derrocados por el Golpe Militar. Es cuestión de hacer memoria: la conspiración pinochetista se efectuó en nombre de la democracia y de la libertad en contra de quienes eran acusados de querer llevarnos a una “dictadura del proletariado”.
Muchos de los que brindaron, colaboraron y se favorecieron con el régimen cívico militar hoy se han transformado en los campeones de la democracia que, según acusan, está amagada por la izquierda y, muy en particular, por el Partido Comunista en el poder. Se reprocha, por lo mismo, de tener una doble moral a los golpistas de ayer, esto es a los derechistas de hoy. Al mismo tiempo, también a los que fueron expulsados, torturados, exiliados y reprimidos de mil formas por su apoyo a Allende y llegaron a La Moneda mediante elecciones libres e informadas.
En materia internacional, los campeones de la doble moral son los que gobiernan Estados Unidos, además de los que se constituyen en sus aliados y cómplices. Recién salidos de múltiples guerras fratricidas y de horrendos regímenes dictatoriales, los europeos compiten con el gobierno de la Casa Blanca en autoproclamarse como demócratas y promotores de la paz mundial. Todo esto, mientras incrementan sus armas y se las dan a los que están en guerra, como un gran aliciente de la industria militar y la carrera armamentista, el más oneroso negocio de las grandes potencias.
El Gran Gendarme de la Humanidad enfrentará elecciones este año para escoger a un ladrón y degenerado o a un hipócrita y genocida como lo son Trump y Biden. Por algo, en el viejo continente los que ganan las elecciones son ahora los partidos neonazis y fascistas, estimulados por la doble moral y la corrupción de socialdemócratas y democratacristianos. Es la hora de los oportunistas y caudillos.
Una descarada doble moral para enjuiciar a países como China, Rusia, Arabia Saudita o las Coreas, según sean los intereses del comercio mundial. Lluvias de epítetos contra los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, en todo un silencio cómplice sobre las violaciones a los Derechos Humanos que se cometen en las naciones ricas, en su codicia febril por apropiarse de los recursos naturales de las naciones pobres, aunque muchas veces también serviles.
¡Qué difícil dilema enfrenta el gobierno de Boric rindiéndose a la política exterior estadounidense y, en consecuencia, alineado impúdicamente con Ucrania! Deslindándose de Latinoamérica para ir de besamanos ante los gobernantes europeos; para colmo, recientemente derrotados en las elecciones de su comunidad de naciones. Pero el dividendo de tal gira por el viejo continente son las oportunidades de negocios que se le ofrecieron a alemanes, franceses, belgas y otros. Gracias, por supuesto, a la doble moral de quienes ayer prometían la nacionalización de muestra riquezas fundamentales y hoy buscan vender nuestros yacimientos y, si fuera necesario, nuestra misma geografía y soberanía. Por lo que ni siquiera se descarta la revisión del Tratado Antártico a fin de explotar sus tesoros escondidos por los hielos.
Qué paradoja: la izquierda hoy en la búsqueda de negocios; la derecha, ahora, en salvaguardia de la democracia. Toda una enorme manifestación de doble moral en la que se vale ignorar el genocidio y los crímenes contra la humanidad de Estados Unidos, Israel y Europa, ahora apoyados por el más reciente de los desvergonzados de nuestra región; el presidente Milei. Un “libertario” que acrecienta deliberadamente, en seis meses de gobierno, el número de desocupados y pobres de Argentina en nombre de la buena nueva capitalista. En que será otro colapso político, social y económico en nuestra Región.
Doble moral, agregada de descomposición ideológica y alta dosis de ignorancia la de aquellos izquierdistas que siguen pensando que el mérito del socialismo es justo ignorar las violaciones a la dignidad de las personas cometidas por sus países de muy dudosa identidad democrática. Que no quieren darse cuenta que Putin ya no gobierna la rusa soviética y que la China comunista se ha convertido en la verdadera campeona del libre comercio mundial. Doble moral que lleva a algunas izquierdas gobernantes a comportarse como los países más obsecuentes a Washington.
Pareciera que la política en todas partes y durante toda la historia ha sido más de lo mismo y que, de verdad, ahora carecemos de sólidos referentes morales. Como un Nelson Mandela, por ejemplo, y aquellos que prefirieron la cárcel, incluso la misma muerte, antes de vulnerar su código ético. Que entendieron la política como un servicio público, una vocación liberadora y no en un trampolín para sus ambiciones personales.
¿Seguiremos sufragando por quienes después contradicen tan descaradamente sus promesas? ¿O por aquellos que ejercen hoy su oposición para llegar a gobernar tal cual lo hacen sus adversarios? Unos y otros en entera doble moral.
Nos consuela, en tal sentido la liberación de Julian Assange, después de una oprobiosa y sistemática persecución por todos los medios desde Estados Unidos, potencia que se ufana de respetar la libertad de prensa, pero castiga cruelmente a los que asumen con dignidad su tarea de informar y dejar en evidencia sus crímenes. Para lo cual, en su doble moral no vacila en sobornar a jueces y políticos europeos. Bloqueando por años a los países que quisieron bridarle asilo contra la opresión a este eminente periodista que puso al desnudo las tenebrosas acciones del imperialismo y el horror se sus guerras.